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Los aspirantes a acceder a un grado de Educación Infantil y Primaria se enfrentaron ayer a la prueba de aptitud personal (PAP), estrenada el pasado curso y que supone un filtro adicional a la selectividad para poder hacer la carrera de maestro. Este examen cuenta con dos apartados: uno que evalúa la competencia comunicativa y de razonamiento crítico y otro que hace lo propio con la logicomatemática. La Generalitat y las facultades de Educación acordaron su implantación con el objetivo de elevar el nivel de los futuros docentes, al entender que es una de las bases para la mejora del sistema educativo. En su primera edición, casi un 30% de los aspirantes no superaron esta prueba, por lo que la criba fue significativa. Aunque ello suponga truncar las expectativas de jóvenes que realmente puedan estar ilusionados por ser maestros, se trata de una medida en la dirección adecuada. Como lo es también la apuesta de muchas facultades de Educación –con la de la UdL como una de las pioneras– por potenciar las prácticas. Asimismo, desde hace unos años, los graduados que quieren ser profesores en Secundaria deben superar un máster específico en lugar del antiguo CAP, cuya formación pedagógica dejaba mucho que desear. Está por ver si finalmente se aplicará la propuesta, que se viene planteando desde hace unos años, de que los nuevos docentes deban superar una etapa de formación similar a la del MIR de los médicos. Ahora bien, las administraciones deberían tener en cuenta que si se eleva la altura del listón para poder ser docente, es ineludible que el ejercicio de esta profesión, además de un mayor reconocimiento social, vaya acompañado de una mejor retribución. Y por otro lado, hay que ser consciente de que son necesarias muchísimas más medidas para conseguir aumentar el nivel del sistema educativo, como por ejemplo reducir las ratios máximas en las aulas o hacer frente a la segregación escolar. Y esto será imposible si no se aumenta la inversión en educación, que tanto a nivel de Catalunya como del conjunto de España está muy por debajo de la media de la Unión Europea y de la OCDE. Una de las premisas ineludibles para mejorar cualquier sector es que este sea prioritario para los gobiernos y para el conjunto de la sociedad, lo que a su vez debe plasmarse en los presupuestos públicos, algo que no han hecho ni la Generalitat ni el Gobierno central.

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