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Se cumple un mes de la moción de censura que con el apoyo de todos los grupos salvo el PP y Ciudadanos permitió el relevo de Mariano Rajoy por Pedro Sánchez y la posterior dimisión del líder popular que ya está en el registro de Santa Pola mientras su partido se desangra en una batalla interna para elegir sucesor con votaciones esta próxima semana y congreso extraordinario a finales de julio. Si a España, Rajoy le dejó con la crisis institucional más grave de la historia democrática por el conflicto con Catalunya, no ha dejado en mejor situación a su partido como muestra que haya seis candidatos que aspiren a la presidencia, con dos mujeres de su último gabinete, Soraya y Cospedal, que ni se hablan, un tercero, Pablo Casado, que ya denuncia conspiraciones para desacreditarle, un exministro García-Margallo que se presenta con el único objetivo confeso de evitar el triunfo de la ex-vicepresidente y dos outsiders más que no parecen tener posibilidades. En cualquier caso, un panorama ya no dividido, sino abiertamente enfrentado en el que por encima de las previsibles diferencias ideológicas priman los resentimientos personales y la defensa de intereses, que aún se ve agravado por el fiasco a la hora de elaborar el censo de militantes que pueden votar: de los 869.535 militantes que el PP decía tener, solo se han inscrito para votar 66.384, el 7,6 de la supuesta militancia. Y en zonas como Lleida, aún menos porque solo lo ha hecho el 5,22 del total de forma que apenas votarán 184 afiliados. O el proceso de renovación despierta poco interés o tenían las cifras de militantes sobredimensionadas haciéndose trampas a ellos mismos. Y cualquiera de las dos hipótesis es lamentable. Cava menos catalán Uno de los sectores más identificados con Catalunya y con la empresa familiar, el del cava, está cambiando de manos. Abrió el camino la familia Juvé Camps, que vendió en 2017 la bodega a un grupo holandés, luego Freixenet vendió el 50 por ciento a la multinacional alemana Henkell y ahora ha sido el fondo Carlyle el que compra el 60 por ciento de Codorníu. Todas las grandes del sector, en manos extranjeras.

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