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El año pasado fue Portugal quien vivió una tragedia por los incendios forestales, y este año ha sido Grecia quien tiene que lamentar 76 muertos por varios incendios que presumiblemente fueron provocados y desgraciadamente todo el área mediterránea está expuesta a fuegos de grandes magnitudes como también hemos vivido en Catalunya y España, aunque por fortuna aquí no tuvieron unas consecuencias tan trágicas en vidas humanas. Pero el dato debe servir para tomar medidas y extremar precauciones porque pueden darse sucesos similares en buena parte del área mediterránea, como muestra el dato de que España, con más de 30.000 hectáreas quemadas en los últimos nueve años, junto a Portugal, Italia y Turquía lideran el ranking de superficie devastada por el fuego en los últimos años. Varios datos justifican este fenómeno empezando por la despoblación rural, el retroceso de la agricultura y la ganadería que ayudaban a mantener los bosques limpios y vivos, la suciedad de los bosques que cada año acumulan más material combustible que puede arder con más facilidad, y propagarse con una velocidad inusual, una urbanización poco controlada en zonas boscosas como se ha visto en Grecia y también el cambio climático con temperaturas extremas y menos humedad, frente al que no se está actuando con eficacia. Los expertos destacan que se están concentrando los esfuerzos en la extinción con notable éxito porque la estadística muestra cómo se consigue apagar con rapidez los fuegos pequeños en un 98 por ciento de los casos, pero es más complicado combatirlos cuando se propagan con rapidez y con varios focos, aprovechando condiciones meteorológicas adversas propiciadas por el fuerte viento, altas temperaturas y escasa humedad. Una vez más se cumple el axioma de los payeses de que los incendios se tienen que combatir en invierno y que tan importante es la política de prevención como la de extinción, aunque evidentemente es más complicado, exige más inversión y una política global de apoyo al medio rural, de gestión del paisaje, de recuperación y limpieza de los bosques y de incentivos a la agricultura y la ganadería para frenar la despoblación. Y siempre queda el factor humano que está detrás de muchos fuegos, bien por descuido o por acción criminal en otros casos, y que solo se puede combatir con llamamientos a la prudencia, más control en accesos al bosque y extremando la vigilancia.

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