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Las comarcas de Lleida encabezan el ranking de la cabaña de porcino con más de cuatro millones de cabezas y una tendencia de crecimiento desde los últimos años por la buena evolución del sector. El coste de producción por kilo es inferior al de los ganaderos de Lleida o Barcelona pero el precio de venta es menor y el margen de beneficio también, según los datos de la conselleria de Agricultura. Las razones hay que buscarlas en el coste de transporte que tienen que asumir los ganaderos leridanos porque en Lleida no hay mataderos para absorber esta producción, de forma que aquí asumimos los costes del engorde con los consiguientes purines y deterioro del medio ambiente, pero luego los ganaderos obtienen menos beneficios que sus competidores de otras comarcas y además no se genera en nuestras comarcas el valor añadido de la transformación del porcino. Nos quedamos con los purines, vendemos más barato y no aprovechamos los beneficios de un sector que lleva años en auge y que aún tiene potencial de crecimiento. Es obligado preguntarse las razones y hay que recordar que la provincia sí contaba con potentes mataderos de porcino en Lleida, en Mollerussa o en Cervera, al margen del gran gigante de la ganadería leridana y española, la CAG, que ha creado en Guissona un extraordinario polo de crecimiento que ahora se extiende a la localidad zaragozana de Épila. Pero con la citada excepción de la CAG, los mataderos que funcionaban en Lleida han ido cerrando y los ganaderos tienen que trasladar su producción a comarcas de Barcelona y Girona, o a las de Huesca, donde el sector ha tenido un crecimiento espectacular relacionado en buena parte a productores vinculados con las comarcas leridanas. Llevamos años viendo como los sucesivos consellers de Agricultura presentan proyectos para crear “islas cárnicas” con fuertes inversiones para recuperar los mataderos, pero todo ha quedado en agua de borrajas y además las grandes empresas leridanas, como la CAG o Vall Companys, han decidido invertir en comarcas aragonesas, donde también han tenido un crecimiento espectacular empresas vinculadas al porcino como el grupo Costa de Fraga, Mazana, instalada en Binéfar, el grupo Jorge o la multinacional italiana Pini, que invertirá 71 millones también en Binéfar. Algo no se habrá hecho bien cuando un sector funciona y crece sin que repercuta en las comarcas que aportan su materia prima.

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