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Aunque intentó continuar como presidente de la Diputación hasta saber si será imputado por el juez, la situación de Joan Reñé se convirtió en insostenible después de ser detenido el martes 2 de octubre en una operación por un supuesto caso de corrupción y sobre todo después de que los suyos, la mayoría de diputados del PDeCAT y también parte de la dirección del partido, le dejaran prácticamente solo y forzaran su dimisión, cerrando así siete años de presidencia y también de liderazgo al frente, primero, de CDC y, luego, del PDeCAT. Como todos los liderazgos fuertes, y el de Reñé lo era, ha tenido claroscuros, en el que hay que apuntarle una buena gestión económica, porque ha conseguido reducir significativamente el déficit de la corporación y logró que los presupuestos se aprobaran por unanimidad en varios ejercicios, y un consenso general con el resto de grupos, con la excepción de ERC que criticó los criterios del reparto de subvenciones a los municipios, mientras que otros mantenían su apoyo a Reñé hasta prácticamente el último día. Esta buena gestión le ha permitido convertirse en el financiador de la mayoría de proyectos que se emprendían en la provincia y hay que destacar el decidido apoyo de Reñé a la facultad de Veterinaria con la creación del centro del porcino de Torrelameu, la potenciación de la finca de Maials con nuevos cultivos o la apuesta por crear rutas turísticas, como Perseguits i salvats, y su potenciación internacional. Y Reñé, independentista de toda la vida, también ha sido desde la Diputación uno de los grandes impulsores del procés en nuestras comarcas, aunque nunca se ha alineado con el núcleo duro de Puigdemont, algo que le ha podido pasar factura en los últimos días. Ha mantenido durante los dos mandatos un pulso con los sindicatos de la corporación y también le han reprochado que se haya bunkerizado con los colaboradores que le siguen desde el Consell del Pla d’Urgell y al final se ha encontrado más solo de lo que hacía prever su trayectoria, porque quienes le han negado su presunción de inocencia, forzándole a la dimisión, han sido sus propios compañeros de filas. Reñé se va para preservar el buen nombre de la institución que presidía, insistiendo en que las acusaciones de corrupción derivadas de una denuncia por el litigio familiar en una empresa son una calumnia. Ahora, lo prioritario es que la justicia llegue hasta el final y lo aclare todo con celeridad.

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