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A pesar de los recelos que puede generar la importación de costumbres americanas, lo cierto es que las campañas masivas de marketing, los espectaculares descuentos y el apoyo de los más jóvenes han convertido el Black Friday, el viernes negro, en un fenómeno irreversible para el comercio también en nuestro país. Hay diferentes versiones sobre el origen del nombre: unos lo atribuyen a la bancarrota de dos financieros en Wall Street el viernes 24 de septiembre de 1869, otros lo vinculan al pequeño comercio que entraba en beneficios el día siguiente de Acción de Gracias y rebajaba precios y quien lo bautizó así fue el The New York Times el 19 de noviembre del 1975 tras el caos en el tráfico que se generó por los descuentos del comercio. Sea como fuere, el Black Friday se ha generalizado en España alcanzando todos los sectores, no solo los tecnológicos o a las ventas por internet como al principio, sino llegando incluso a la alimentación o hasta las farmacias marcando el inicio de las ventas navideñas y del maratón consumista del mes de diciembre. A falta de balances definitivos, todo apunta a que las ventas durante la jornada aumentan considerablemente, especialmente por internet como reflejo de que son los más jóvenes los que mejor se adaptan a esta nueva tendencia de compra, pero hay que advertir de entrada que quienes más se benefician de esta estrategia de marketing y quien mejor compite con los descuentos son las grandes superficies o las cadenas, no tanto el pequeño comercio que al menos en Lleida es más reacio a estas promociones. Y los expertos explican por una parte que el incremento de compras en esta jornada es consecuencia del adelanto con respecto a las compras navideñas, que no hay más movimiento comercial sino que se reparte en más fechas, salvo excepciones de compra compulsiva, y por otra que se está entrando en un periodo de promociones permanentes porque a las rebajas del viernes, que en algunos casos se extiende a toda la semana, se añaden otros periodos de descuentos, que llevan a pensar si realmente se hacen o se encarecen previamente los precios. Con esta proliferación de promociones se corre el riesgo de aplazar las compras y centrarlas en épocas determinadas del año. En cualquier caso, lo recomendable es programar las compras, comparar precios y calidades y recordar que los derechos del comprador son los mismos de todo el año.

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