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El Consejo de Ministros aprobó los presupuestos para este año que incluyen un incremento del gasto social y también de las inversiones en Catalunya que, por primera vez, se acercarán al 18 por ciento, con un incremento de cinco puntos respecto a los de 2018, que de entrada representan 800 millones más para Catalunya, con posibilidades de incrementarse en la hipotética negociación. Además de las ya anunciadas subidas de pensiones, del salario mínimo y el de los funcionarios, se aprueban más impuestos a las grandes empresas y a los trabajadores con salarios más altos, bajadas del IVA y más inversión en educación, infraestructuras, investigación y protección al desempleo. Sobre el papel parecen unos buenos presupuestos, mucho más sociales que los elaborados por Rajoy, y que también corrigen el olvido presupuestario padecido por Catalunya en los últimos años, financiado por unos ingresos récord, que llegarían de los nuevos impuestos como la tasa Google y el que gravará las transacciones financieras. Sin embargo, tienen pocas posibilidades de prosperar porque se da por hecho el rechazo frontal del PP y Cs, sea cual sea el contenido, y también parece más que complicado que consigan el respaldo de los independentistas catalanes porque no ha habido nuevos gestos del gobierno de Sánchez en favor de los políticos presos, ni tampoco del reconocimiento del derecho de autodeterminación, aunque como recalcó el jueves el diputado Joan Tardà, la postura no es monolítica y hay voces como la de la exconsellera Dolors Bassa que se muestran partidarias de apoyar los presupuestos y no provocar la caída de Pedro Sánchez. Tampoco en el PDeCAT hay unanimidad y, mientras algunos sectores son partidarios de negociar y aprovechar las posibles ventajas para Catalunya, otros son radicales en la negativa, y el mismo Puigdemont advertía ayer que el problema con los presupuestos no son las promesas, sino las garantías de ejecución. Todo apunta a que se estirará al máximo el proceso, que no se tumbarán de entrada los presupuestos y, aunque sea con el anuncio de que se votará en contra si no hay gestos, se entrará en la negociación. La respuesta la tendremos en los próximos días con la pelota en el tejado independentista, que tendrá que responder definitivamente a si le da lo mismo que gobierne Pedro Sánchez o que pueda ser sustituido por Casado o Rivera, porque sin presupuestos habrá elecciones.

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