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Hemos llegado al quinto día del juicio al procés y ya han declarado quienes ocupaban las conselleries más políticas sin que haya aparecido la menor prueba en los interrogatorios efectuados por la fiscalía de violencia o incitación a la violencia que pudiera justificar la acusación de rebelión a la que se enfrentan. Entre los acusados, Junqueras y Romeva han optado por no contestar más que a su defensor, mientras que el resto solo han rechazado responder a las preguntas de la acusación popular por razones evidentes a tenor de la ideología de Vox, y han aceptado el interrogatorio de la fiscalía con buenos resultados, en general, porque han podido rebatir muchos de los datos de la acusación, han podido defender sus planteamientos ideológicos y también mostrar la endeblez de algunas actuaciones del ministerio público. Sus respuestas han puesto de manifiesto muchos titubeos en algunos de los cuatro fiscales que comparten la acusación, su confusión en los datos y, en general, un desconocimiento de la política y la situación que vivía Catalunya. Hasta ahora se han centrado en intentar probar una posible malversación en la convocatoria y los gastos del referéndum del 1 de octubre y la supuesta desobediencia a las resoluciones del Constitucional, mientras que los procesados han coincidido en defender sus ideas independentistas, su actuación pacífica alejada en todo momento de cualquier violencia y en considerarse presos políticos, pero también en las cuestiones técnicas han restado trascendencia a la declaración unilateral de independencia, “que no obliga a nada” en palabras de un acusado, y también al mismo referéndum, negando cualquier intervención de los consellers que llegaron a presentar las urnas sin saber quién las pagaba, a publicitar la convocatoria sin su intervención o a informar de los resultados sin haber intervenido en el escrutinio. Es una estrategia de defensa tan válida como la más política que hicieron Junqueras y Romeva, que no entraron en el debate de los hechos como sí han hecho el resto de consellers con defensas más técnicas que, en casos como el de Turull o Rull, también tuvieron una fuerte carga ideológica porque también se trata de mantener la tensión y más en vísperas de una convocatoria de paro o de una campaña electoral que ya es permanente. Y cuando dejen intervenir a Vox en el interrogatorio a los testigos, seguro que se multiplicará el tono mitinero.

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