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Todas las campañas electorales se presentan con el marchamo de decisivas y sin duda lo son porque sirven para que los ciudadanos expresemos nuestra voluntad, elijamos a alguna de las candidaturas que se presentan y decidamos quien gobierna la institución que convoca los comicios, pero en la campaña que arranca hoy se dan circunstancias especiales que las hacen especialmente trascendentales. En primer lugar porque tenemos que decidir a quien queremos en la Moncloa y aquí solo hay dos opciones claras: o gana Pedro Sánchez o pueden sumar para alcanzar la mayoría absoluta las tres fuerzas de derecha que concurren, PP, Cs y Vox, que ya han pactado en Andalucía. En este dilema se pueden aplicar diversas variables sobre los posibles apoyos de Sánchez y si puede ser suficiente con el de Podemos o si necesitará también a los independentistas catalanes como ya sucedió en la moción de censura, y también en la derecha está en juego si el PP mantiene su primacía, hasta donde llegará el impacto de la extrema derecha de Vox o la capacidad de Ciudadanos para definir un espacio propio y conseguir votos en la España rural, feudo hasta ahora de los populares. El segundo aspecto decisivo de estas elecciones vuelve a ser Catalunya, porque está en juego la hegemonía dentro del mundo soberanista, pero también en el resto de España se votará pensando en las políticas a aplicar con Catalunya como ya se han repetido en la precampaña unos y otros, con la amenaza del 155 por parte de la derecha y un posible diálogo por parte del PSOE con la negativa a convocar un referéndum sobre el derecho a decidir para no perder votos más allá del Ebro. Pero también tendremos una campaña atípica en las formas porque hay candidatos que están en la cárcel, porque no serán posibles debates de los cabezas de lista, porque durante la precampaña ya se ha mascado una crispación que previsiblemente irá en aumento y también porque se cambian las formas tradicionales de pedir el voto y los mítines están dejando paso a la utilización, y a veces manipulación, de las redes sociales. Aún no hemos empezado y ya se han denunciado fake news de todos los colores, que pueden desmentirse después, pero ya han hecho su efecto en el electorado fiel, pero también en alguno de los muchos indecisos. Depende de todos que no tengamos que lamentar que en las campañas electorales la primera víctima sea la verdad.

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