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Cuando en 1977 Montserrat Roig publicó Els catalans als camps nazis, muchos leridanos descubrieron qué había sido de sus familiares. Fue por entonces, recién estrenada la democracia en España después de la larga noche del franquismo, que empezaron a retornar algunos de los supervivientes de la barbarie. Neus Català fue una de las republicanas que huyó del franquismo para caer en las garras del nazismo. Ella bajó al infierno de Ravensbrück. Cuando el campo fue liberado hace 74 años fue incapaz de huir. Se arrodilló y besó el suelo para saborear la libertad. Cuando se recuperó físicamente fue al estudio de un fotógrafo y se inmortalizó con el siniestro pijama de rayas y su número de interna. Neus Català intuyó que el olvido era un enemigo más peligroso que los soldados alemanes y mucho antes de que se acuñara el concepto de “memoria histórica” ella luchó para evitar que se perdiera la memoria de ninguna de sus compañeras, como Lola Casadellà, de Alcoletge; Coloma Seròs, de Lleida; Felicitat Gassa, también de Lleida; Maria Arange, de Prats de Cerdanya; Elvira Ibarz, de Mequinensa; Generosa Cortina, de Son, y Conxita Grangé, de Espui, la única de ellas que sigue con vida. Neus Català, todo un símbolo de la lucha contra el fascismo, fue enterrada el martes en Els Guiamets, en el Priorat, donde había nacido hacía más de 103 años. El emotivo funeral, presidido por los presidentes de la Generalitat y del Parlament, entre otras autoridades, tuvo casi un carácter de Estado. Familiares y políticos se conjuraron para seguir defendiendo su legado. Y así ha sido. Ayer mismo, el artista alemán Gunter Demnig se desplazó a Lleida y a Albatàrrec para colocar dos nuevos adoquines en su ambicioso proyecto Stolpersteine, que recuerda con una sencilla piedra ante la puerta de su último domicilio a las víctimas del nazismo. En este caso, el maestro republicano Miquel Sol Torres (1897-1945), de Lleida, y Carmelo Carrera Botines (1916-1941), vecino de Albatàrrec. Ellos no sobrevivieron al horror.

En plena era de la banalización del nazismo y con el fantasma de la ultraderecha planeando sobre el horizonte electoral, es más imprescindible que nunca la labor de instituciones como Memòria Democràtica o la Paeria, pero también de entidades como el Centre Excursionista o el Comitè Internacional de Mauthausen.

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