SEGRE

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Después de una campaña anómala, con candidatos en la cárcel, crispada y con bloques claramente definidos, el debate de SEGRE como es tradicional ha cerrado la campaña electoral en Lleida buscando convencer a última hora a los muchos indecisos que a estas alturas todavía no han decidido el signo de su voto, pese a que estamos ante una de las elecciones más trascendentales de los últimos años. Todas lo son, pero en esta ocasión estamos ante el dilema, repetido en la historia de España, de optar entre derecha e izquierda tras el evidente abandono del supuesto centro por parte del PP y Ciudadanos, que, temerosos de la posible irrupción de Vox, se han lanzado a disputarle unos votos que también parece complicado que conquisten porque un viejo axioma que se ha visto en todas las elecciones es que el votante prefiere optar por la marca original y no por los sucedáneos. Que la derecha se presente dividida en tres formaciones puede perjudicarles especialmente en las provincias menos pobladas por el reparto de escaños según la ley d’Hondt, pero como sucedió en Andalucía, entra dentro de lo posible que los tres partidos de derecha puedan sumar la mayoría. Pedro Sánchez se presenta como el freno a esta posibilidad que asusta en muchos ámbitos y en este sentido ha intentado conquistar el voto útil, pero también parece evidente a la vista de las encuestas publicadas que necesitará socios para gobernar y aquí entra de nuevo la aritmética y la posibilidad de que la suma con Podemos, que ha hecho una campaña constructiva, le baste para mantenerse en la Moncloa. En el supuesto de que no sea así, se repetirá un escenario parecido al que ya teníamos y habrá que ver si los independentistas catalanes optan por lo que pueden considerar el mal menor, el gobierno de las dos fuerzas de izquierda, o bien se apuntan a la tesis de cuanto peor, mejor y dejan que la crispación se multiplique con el gobierno de la triple derecha. También aquí se atisban diferencias de concepto y de estrategia entre ERC y JxCat, pese a que han mantenido una campaña de no agresión, conscientes de que el adversario está más allá del Ebro. Lo que sí está claro es que las posiciones sobre Catalunya, tanto aquí como en el Estado, serán decisivas a la hora de elegir papeleta y decidir quien ha de ocupar La Moncloa y en este sentido puede primar tanto la identificación con un proyecto, como las apelaciones al voto útil, o al voto del miedo.

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