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Si queremos que el Congreso represente la pluralidad de opiniones que existe en la sociedad española, los diputados de la derecha tendrán que acostumbrarse a que haya independentistas vascos o catalanes en los escaños y que trabajen en defensa de sus ideas, de la misma forma que tenemos que aceptar que haya diputados de extrema derecha, porque en la sociedad española hay independentistas y ultras de los dos signos y ha de ser normal que se sienten y hablen en el Congreso, porque han sido votados por los ciudadanos y representan a un sector de la ciudadanía. Algo tan elemental, y tan consustancial a la democracia, no fue entendido ayer por un sector de la Cámara que abucheó las fórmulas de acatamiento a la Constitución de los diputados independentistas, que se remitieron a la libertad de los presos o al mandato del 1-O. Estaban en su derecho de hacerlo porque trasladaban a la cámara el sentir de sus votantes, porque ya se han utilizado en otras legislaturas añadidos a la fórmula del imperativo legal y porque el mismo Tribunal Constitucional sentenció que las expresiones añadidas no afectan al acto fundamental de acatamiento a la Constitución, que no suman ni restan nada y que son actos de discrepancia legítima que una democracia como la española está obligada a permitir y respetar. Es un mal inicio que la bancada de la derecha reaccionara con pataleos y abucheos a los acatamientos de los diputados de JxCat y ERC; augura una legislatura tormentosa y revela escasa tolerancia y una visión uniformista del Estado que no entiende que haya diputados que representan a ciudadanos que quieren cambiar el marco legal y tienen tanto derecho a expresarse en el hemiciclo como los demás. Dentro de la ley y respetando las normas, sabiendo a lo que se exponen en caso de incumplimiento o posible delito y asumiendo las consecuencias como ya ha sucedido. Con actitudes tan intolerantes como esta no se solucionará el problema catalán sino que aún se radicalizarán más las posturas y tendría que ser un punto de partida que todas las sensibilidades con presencia en las calles se encuentren en el hemiciclo y que realmente el Congreso sea la Cámara que nos representa a todos y en la que se puedan abordar con franqueza y normalidad los problemas que tiene el país. Como le dijo Oriol Junqueras al presidente Sánchez, “tenemos que hablar”, y el mejor escenario es el Congreso. Pero sin pataleos.

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