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Se anunciaba un verano complicado para los incendios forestales por la sequía, la humedad muy baja, los vientos cálidos y las elevadas temperaturas que nos ha traído la ola de calor y los negros pronósticos se han cumplido con un devastador incendio que desde La Ribera d’Ebre se dirige descontrolado hacia Les Garrigues por un frente y hacia el Priorat. Son ya 6.500 las hectáreas quemadas, lo que le coloca entre los más graves de los padecidos en los últimos años, y además de desalojar masías y granjas, ha obligado a confinar a los vecinos de Maials y Bovera en sus casas por el riesgo que puede entrañar el humo para las personas con problemas respiratorios. Los bomberos, los agentes forestales y la unidad militar de emergencias que se ha incorporado a los trabajos luchan denodadamente contra el fuego, pero las elevadísimas temperaturas, lo complicado del terreno y la abundancia de zonas boscosas y con mucha vegetación complican su labor y lo prioritario es evitar que el incendio afecte a la central nuclear de Ascó, llegue a zonas habitadas o pueda entrar en el parque natural del Montsant. Todo apunta a que el origen del fuego está en la autocombustión de una acumulación de estiércol de gallina que se propagó con rapidez por el viento que soplaba y el combustible de las zonas boscosas, y una vez más hay que reclamar que se extremen las precauciones porque está demostrado que la mayoría de incendios se producen por negligencias humanas, sea una colilla, en el caso de Maials de la semana pasada, o el estercolero de ahora, que tienen consecuencias especialmente graves con la meteorología que padecemos. Todo está jugando en contra porque el clima es lo más adverso posible y la zona lo más complicada para sofocar el fuego, con numerosos barrancos y difícil accesibilidad, que además cuenta con mucha zona boscosa y poca tierra cultivada que pueda actuar como cortafuegos. Los expertos avisan que, desgraciadamente, padeceremos más incendios de este tipo porque, por una parte, el cambio climático está generando temperaturas extremas y menos lluvias y, por otra, la despoblación rural hace que haya menos tierras cultivadas, que no haya aprovechamiento ganadero de los bosques y que estén más sucios y con más maleza, que, como se ha visto, arde con rapidez. Si no actuamos contra las causas y extremamos las precauciones, seguiremos lamentando incendios devastadores como este.

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