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Si no hay un cambio radical de actitudes en la próxima semana, estamos abocados a la repetición de elecciones porque los políticos elegidos han sido incapaces de articular una mayoría para investir algún candidato. La cuenta atrás acaba el 23 de septiembre y aunque el lunes se inicia una nueva ronda de contactos las perspectivas son pesimistas a la vista del fracaso de la conversación mantenida ayer entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, del distanciamiento existente entre ambos y que tampoco los partidos de derecha están dispuestos a repetir el sacrificio que hizo el PSOE al permitir la investidura de Mariano Rajoy. Todos tienen su cuota de responsabilidad empezando por el candidato ganador, Pedro Sánchez, que es el encargado de articular una mayoría, negociando con sus adversarios y buscando puntos de acuerdo como sucede en la inmensa mayoría de países europeos donde hay gobiernos de coalición y prácticamente han desaparecido los gobiernos monocolor. También Podemos tiene su responsabilidad por las exigencias planteadas, el desprecio a las ofertas socialistas, que en julio llegaron a una vicepresidencia y varias carteras, y por olvidar que quien ganó fue Sánchez y tiene derecho a marcar las grandes líneas y reclamar lealtad en los temas fundamentales. Y tampoco los partidos de derecha han mostrado el menor sentido de Estado: el PP, porque ha rechazado la posibilidad de una gran coalición y también devolverle el “favor” al PSOE pensando que peor no podía irle en unas nuevas elecciones y Ciudadanos, porque ha olvidado que nació como un partido bisagra y se ha dejado llevar por la animadversión que se profesan Rivera y Sánchez. Lo peor es que unas nuevas elecciones previsiblemente no arreglarán nada y si atendemos a la encuesta del CIS volverán a dar la victoria al PSOE con unos puntos más, pero seguirá necesitando el apoyo de Podemos o Ciudadanos, que son las dos fuerzas que más bajarían, con una ligerísima recuperación del PP. El panorama sería similar y en ningún caso compensaría la sensación de fracaso colectivo que significa celebrar cuatro elecciones generales en cuatro años y harían bien nuestros políticos en repasar la misma encuesta del CIS que recoge las sensaciones que provoca la política en la ciudadanía: desconfianza, el 34,2, aburrimiento, el 15,8 , indiferencia, el 13, irritación, el 9 y solo el 12,4 por ciento muestra interés. Esto sí es preocupante.

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