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Miles de mujeres de toda clase y condición tomaron el viernes en la denominada Noche Violeta las calles de pueblos y ciudades para denunciar el alarmante aumento de asesinatos machistas y ataques contra las mujeres de este verano. En el caso de Lleida, la protesta de Tàrrega fue la más numerosa, pero también fueron secundadas de forma masiva las convocadas en Tremp, Tornabous o Belianes, por citar algunos ejemplos. Y es que esta semana se han sucedido algunos episodios dramáticos que han desatado de nuevo todas las alarmas. En Pontevedra, un hombre asesinó a tiros a su exmujer, a su exsuegra y a su excuñada, de 39, 57 y 27 años respectivamente, y todo ello delante de sus hijos, de corta edad, con el trauma que esto habrá supuesto para unos pequeños que, a la práctica, han perdido padre y madre. Al día siguiente, en el distrito madrileño de Ciudad Lineal, otro asesino acuchilló hasta la muerte a la que había sido su pareja hasta pocas semanas antes y también en presencia de las dos hijas de ambos, de solo 10 y 8 años. Y por si fuera poco en esta macabra sucesión de feminicidios, ayer trascendió que los Mossos detuvieron el miércoles en Viladecans a un hombre acusado de maltratar, dejar morir a su pareja diabética cuando sufrió una hipoglucemia y grabar su agonía.

Si este panorama en el mundo de los adultos ya es de por sí desolador, la misma tónica parecen seguir demasiados jóvenes si nos atendemos a los datos avanzados el viernes en Lleida por la Fiscalía en la apertura del año judicial. Según este informe, el pasado año se registraron en Catalunya 96 delitos sexuales cometidos por menores, lo que prácticamente supone doblar la cifra de los contabilizados en 2017, y solo en Lleida fueron condenados diez adolescentes por agresiones y delitos de carácter sexual. En conjunto, la situación que vivimos es una losa de un peso insoportable que requiere redoblar los esfuerzos de todo tipo, desde la educación en casa y en la escuela, hasta las medidas coercitivas que deben adoptar las administraciones. En este sentido, cabe recordar que existe un pacto de Estado contra la violencia de género, que incluye reformas legislativas para agravar las penas para este tipo de delitos, que desgraciadamente se ha quedado en el aire por la actual situación política.

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