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La operación policial que culminó con la detención el lunes de siete personas vinculadas a los CDR acusadas de tenencia de explosivos y preparar “proyectos terroristas” ha vuelto a crispar la sociedad catalana y ahondar la brecha entre sectores independentistas y españolistas. Para los primeros, es una nueva operación represora del Estado para vincular el independentismo catalán con la violencia en vísperas de que se conozca la sentencia del procés y se remiten a otras operaciones policiales sobredimensionadas que acabaron en nada y que pretendían vincular el procés con el terrorismo, estableciendo comparaciones con la situación vasca. Desde Madrid, en cambio, los partidos de derechas consideran que la operación viene a confirmar la utilización de la violencia en el procés, a la que ya se aludió en el juicio del Supremo, que justificaría la condena por rebelión y algunos hasta recordaban las palabras de Torra a los CDR para que apretaran o insistían en sus tesis de “kale borroka” a la catalana. Toda esta crispación llega por filtraciones policiales y una nota de Fiscalía llena de condicionales que habla de unos preparativos muy avanzados de “proyectos terroristas con fines secesionistas” y que ha sido cuestionada por el portavoz de Jueces para la Democracia. Mientras no se conozcan más datos, porque se ha decretado el secreto del sumario, habría que recomendar prudencia y respeto tanto a la presunción de inocencia de los detenidos, como al trabajo que corresponde a los investigadores y al juez. Pero también hay que recordar que el independentismo catalán tiene una trayectoria impecable de civismo y pacifismo y que en ninguna de sus movilizaciones multitudinarias ha habido el menor incidente y que sus dirigentes han mostrado explícita y reiteradamente el carácter pacifista y antiviolento del procés y sus movilizaciones. Y desgraciadamente también ha habido intentos de ensuciar este movimiento, vincularlo a actitudes violentas, y trasladar una imagen de una sociedad catalana rota y enfrentada, que para nada responde a la realidad. Siempre ha habido quien ha querido buscar comparaciones entre la situación catalana y la vasca de hace unos años, pero hay que insistir en que no tienen nada que ver por mucho que interese a algunos sectores y que aquí ni ha habido, ni hay violencia. Y si se confirmara la acusación a los detenidos, la irresponsabilidad de unos pocos no puede contaminar a la mayoría.

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