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La cita más importante para el sector agrario de nuestras comarcas, la Fira de Sant Miquel, abrió ayer sus puertas con caras nuevas al frente de las instituciones que la organizan, Paeria, Diputación y Cámara de Comercio, que han incorporado un estilo y unas formas diferentes, perceptibles ya en la ceremonia de inauguración pero que no han tenido tiempo de introducir más novedades que tendrán que esperar a próximas ediciones. Lo que se mantiene es la excelente respuesta de los expositores con más de 300 que ocupan los 54.000 metros cuadrados del recinto y que con las actuales infraestructuras hacen complicada una posible ampliación y esta es una de las cuestiones que los nuevos responsables del certamen tendrán que afrontar porque mientras el presidente de la Cámara y el director del certamen son partidarios de mejorar las infraestructuras y los equipamientos y más concretamente de un nuevo pabellón, el alcalde se muestra más prudente y considera que con el endeudamiento de la Paeria es inviable plantearse una inversión como la que requeriría un nuevo pabellón en los términos en que se había planteado. En cualquier caso, el éxito de la Fira depende de la respuesta del sector y del público, combinando como pide el alcalde la dimensión internacional y la local, y del grado de satisfacción de los expositores, que en el caso de Sant Miquel tienen un alto grado de fidelidad y repiten en todas las ediciones.

Pero hay que tener en cuenta que es una feria agraria en una provincia eminentemente agraria y estrechamente vinculada al devenir del sector primario, por lo que es fundamental como se planteó ayer que los productos agrarios que producimos tengan unos precios justos, algo que evidentemente no se produce y en lo que coinciden todas las partes. De poco servirá que internacionalicemos la Fira, que mostremos las tecnologías más innovadoras, si los productores no consiguen unos precios justos y el campo se envejece y no se renueva y si los que apuestan por continuar en sus pueblos no consiguen una rentabilidad digna para su trabajo. El eterno problema es cómo se pueden conseguir estos precios justos y aquí tienen un papel decisivo las instituciones como reguladoras del mercado. Es el reto para el futuro porque con una agricultura rentable tendremos una Fira dinámica.

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