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La batalla por las ayudas públicas a la industria aeronáutica entre Europa y Estados Unidos que lleva librándose desde 2004 la acabarán pagando los productores agropecuarios si alguien no pone remedio a la decisión de Trump de imponer aranceles de hasta el 25 por ciento, que cuenta con la autorización de la Organización Mundial de Comercio. La historia empieza cuando Estados Unidos se queja de las ayudas de la Unión Europea al desarrollo del Airbus concediendo créditos por debajo de los intereses de mercado, de forma que la OMC ha interpretado que se favoreció una ventaja competitiva y se perjudicaron los intereses de Estados Unidos, por lo que autoriza la imposición de aranceles a productos importados desde la Unión Europea por valor de 7.500 millones de dólares anuales. Para completar la historia, hay que añadir que está pendiente de decisión un recurso similar presentado por la Unión Europea ante la OMC por ayudas similares que concedió el estado de Washington a Boeing, competidora de Airbus. Pero Trump se ha apresurado a anunciar la lista de productos sujetos a aranceles que penalizan especialmente a Alemania, Francia, Reino Unido y España, que son los países que encabezaron las ayudas a Airbus y los más interesados en el proyecto, y así se penaliza con aranceles el aceite español, pero no el italiano y el griego, que además son competidores directos. Si no se arregla de aquí al 18 de este mes, fecha fijada para la entrada en vigor de los aranceles, la medida es un duro golpe para las exportaciones españolas a Estados Unidos, que ascienden a unos mil millones de euros, y también para las leridanas, que pueden llegar a unos 60 millones, con el aceite como principal damnificado, seguido por el vino, derivados de la fruta como mermeladas o zumos y el cerdo, que tendrán que asumir los sobrecostes del arancel o buscar nuevos mercados con las complicaciones que comporta. Lo lamentable del caso es que las batallas políticas tengan como víctimas los productos agrícolas porque ya sucedió que la respuesta de Rusia a las sanciones comunitarias por la guerra de Ucrania se tradujo en el veto a las exportaciones de fruta de Lleida y ahora la competencia aérea frenará las ventas de aceite o vino, con el agravante de que la respuesta comunitaria en forma de aranceles a productos norteamericanos puede desatar una guerra comercial con la que saldremos todos perdiendo.

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