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El gobierno de la Generalitat anunció ayer que los Mossos d’Esquadra acometerán la mayor auditoría interna que se ha hecho de un operativo y revisarán quince actuaciones de agentes en los disturbios de las últimas semanas en toda Catalunya. Los expedientes pueden acabar en sanciones diversas, expedientes disciplinarios o el archivo de las actuaciones, y tiene como objetivo, según la consellera Budó, “mejorar la manera de defender el cuerpo, garantizar su prestigio y que no se vea afectada la confianza por parte de la ciudadanía”. Bienvenida sea la auditoria, que busca calmar a los sectores más radicales del independentismo con la CUP a la cabeza, que calificó la actuación de los Mossos como deleznable, porque no debe tolerarse ninguna acción desmesurada o ningún tipo de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad. También debería revisarse la actuación de algunos manifestantes que han lanzado piedras, cojinetes, cócteles Molotov y, en algún caso, hasta cohetes contra los Mossos, pero que en cambio están encontrando más comprensión que los propios agentes víctimas de los ataques, en una espiral de algunos colectivos independentistas que puede complicarse. Primero se aseguró que eran infiltrados los que provocaban los incidentes, luego se abre la polémica sobre el concepto de violencia asociándola automáticamente al Estado y las fuerzas de represión, luego se justifica que los jóvenes reaccionen violentamente porque por la vía pacífica no se ha conseguido nada y, a continuación, se considera desde entidades como la ANC que los disturbios ayudan a que se visibilice el conflicto catalán en todo el mundo. O sea, primero se atribuye la violencia a los cuerpos policiales de forma exclusiva, después se minimiza la trascendencia de las barricadas y los enfrentamientos blanqueando los actos violentos de los manifestantes y el siguiente paso ya es justificarlos porque desde su óptica ayudan a internacionalizar el conflicto y a tensar aún más la situación, buscando modelos como el de Hong Kong, que, aunque tiene el referente colonial de difícil traslación a Catalunya, sí convence a quienes lo impulsan por la movilización permanente o por el enfrentamiento a la metrópoli. Pero ya no es lo mismo que al principio, los Mossos asumen la autocrítica y en el procés ya va quedando claro que hay quienes se manifiestan pacíficamente de día, la mayoría, pero también quienes prefieren montar alborotos por la noche.

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