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La entrega de los premios Princesa de Girona en Barcelona habrá permitido al Rey observar en primer plano algunas de las realidades que se viven en Catalunya estos días y no solamente la cara amable e institucional que suele acompañar habitualmente sus actos. Ha recibido el aplauso de los asistentes a la ceremonia y también el reconocimiento porque tanto él como su hija han pronunciado parte de sus discursos en catalán, pero este gesto que siempre había estado muy bien valorado en algunos ámbitos ya es insuficiente e incluso estéril para buena parte de la sociedad catalana que hace tiempo que no ve como propia la monarquía española. Felipe VI ha recibido los aplausos de una parte de la sociedad barcelonesa que hasta le ha vitoreado en el Palau de Congressos, pero también ha visto como la Diagonal estaba bloqueada por las protestas, que se han quemado sus fotos, que no le ha acompañado ningún representante del gobierno catalán y que el dispositivo de seguridad para que pudiera viajar a Barcelona ha sido espectacular. Parece evidente que para una parte de la sociedad barcelonesa, la de Felipe VI no ha sido una visita grata, mientras que otra parte le ha ovacionado. Tampoco sería justo hablar de la Catalunya real y la Catalunya oficial, porque Catalunya tiene muchas más caras de las que se pudieran registrar por esta visita, pero es evidente que después de la sentencia, y esta era la primera visita del rey tras la decisión del Supremo, hay una confrontación de los sectores independentistas con los representantes del Estado español. Y aunque el rey dijera en su intervención que “en Catalunya no tienen cabida ni la violencia, ni la intolerancia, ni el menosprecio a los derechos y las libertades de los demás” parece claro que se refería a un desiderátum y no a una descripción de la realidad actual, porque unos consideran que la sentencia del Supremo es un desprecio a los derechos y las libertades y otros que acudieron al acto también sufrieron el acoso y los insultos de algunos manifestantes. Para solucionar un problema el punto de partida ha de ser disponer de toda la información sobre el conflicto y tener voluntad de resolverlo y ayer el rey pudo ver en directo como está la situación, cuál es el nivel de descontento y cuáles son algunas de las caras que ofrece hoy Catalunya aunque cada cual prefiera ocultar una parte y magnificar la que favorece a sus intereses. Es lo que hay y habrá que asumirlo.

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