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Las delegaciones del PSOE y ERC empezaron ayer las negociaciones para facilitar la investidura de Pedro Sánchez en un camino que aún se antoja muy complicado, porque las posturas están muy alejadas, aunque se acepte una mesa de negociación, porque el margen de los negociadores sigue siendo limitado y, de la misma forma que unos no pueden vulnerar la Constitución, los otros no pueden renunciar a la independencia, pero también porque hay más socios que desconfían y sobre todo otros grupos empeñados en que no prospere la investidura de Sánchez. Entre los potenciales socios, con Podemos apareció la primera brecha al marcar distancias con el PSOE y abstenerse en la aprobación del decreto contra la llamada república digital, que permite al Gobierno asumir con carácter excepcional y transitorio la gestión de redes sociales en supuestos que afecten al orden público y la seguridad nacional y se da por supuesto que tanto el PP como Ciudadanos intentarán evitar un gobierno con apoyo de Podemos y los independentistas. Pero también llegan dardos desde la Generalitat y al día siguiente de reclamar el liderazgo en el diálogo, Torra recomienda seguir las tesis de un sociólogo americano, Paul Engler, autor del Manual de desobediencia civil, que ahora pide a los catalanes “más polarización y mayores niveles de sacrificio” para conseguir la independencia. Ya es conocido el sentido de la oportunidad de Torra tras su petición a los comités de defensa de la república que apretaran más, pero ahora está adhiriéndose a unas tesis que plantean la necesidad de que haya muertos para conseguir el objetivo de la independencia, porque lo que dice Engler es que “morir como un mártir es inherente a los movimientos ganadores y no se quiere que pase pero es inevitable una vez que suba la tensión”. Discrepamos porque pensamos que ni Catalunya ni España necesitan mártires, que el independentismo catalán nunca ha necesitado, ni buscado muertos, que las muertes en ningún conflicto han ayudado a solucionar nada, que hay muchos catalanes y españoles que llevan años con muchos sacrificios y que la polarización tampoco arregla nada, lo diga Torra o un sociólogo americano. Lo que hace falta es diálogo, mucho diálogo, y sentarse en una mesa hasta agotar los argumentos, no solo para conseguir una investidura, sino para solucionar el conflicto de raíz. Y si Torra no quiere dialogar, que deje que otros lo hagan.

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