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El porcino está viviendo una época dorada, y si el domingo explicamos que se habían alcanzado cotizaciones récord llegando a los 1,5 euros por kilo con un incremento de 40 céntimos en un año, ayer los datos de la conselleria de Agricultura recogían que el beneficio por kilo era de 20 céntimos de media a lo largo del año, destacando que desde junio el margen de beneficio bruto estaba superando los 32 céntimos por kilo. Si tenemos en cuenta que hace un año el beneficio por kilo se quedaba en los cinco céntimos, se comprueba que el margen se ha cuadruplicado a lo largo de este año y la cotización ha alcanzado su nivel más alto de los últimos veinte años. Las razones de esta espectacular subida de las cotizaciones, y también de los márgenes, porque los costes de producción se mantienen, hay que buscarlo en las exportaciones, que representan el 69 por ciento de lo que se produce, con especial crecimiento en China, a dónde va el 46 por ciento de las exportaciones, porque necesita importar todo tipo de carne de cerdo, ya que su producción está afectada por epidemias de peste porcina africana, tal como sucede en otros países del sudeste asiático, como Vietnam, donde también han aumentado las ventas. Teniendo en cuenta que Lleida lidera la producción de porcino en España con un censo de 4,362 millones de animales, se entiende la buena marcha de los productores y que las empresas del sector hayan diversificado sus actividades y se hayan convertido en uno de los motores económicos de la zona donde el porcino está más implantado. Esta tendencia alcista va muy bien para los productores, pero es nefasta para la industria de transformación del cerdo, que tiene que pagar precios más altos y reclama medidas paliativas, y también hay que ser prudentes de cara al futuro porque la burbuja puede pincharse si cae la demanda china o si encuentra nuevos proveedores. Se prevé cierta estabilidad hasta 2025 porque China seguirá necesitando carne de cerdo, pero, siendo realistas, hay que valorar que es un mercado inestable porque se pueden introducir medidas restrictivas, de índole sanitario o arancelario, que cambien la tendencia. Y, sobre todo, hay que mantenerse alerta con los controles sanitarios porque se ha detectado brotes de peste en Bélgica y un posible contagio sería desastroso para el sector. Pero no hay que llamar al mal tiempo, sino prevenir y congratularse del momento de esplendor del porcino.

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