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Expertos científicos han intensificado sus voces de alarma sobre el futuro más que negro que auguran para el planeta, los grupos ecologistas ya no saben qué ejemplos mostrar sobre la grave situación en que nos encontramos a nivel mundial y los grupos de jóvenes, muchos bajo el manto del movimiento Fridays for Future y con el liderazgo de una ya cansada y decepcionada Greta Thunberg, insisten en llenar las calles con sus protestas alertando de que la emergencia climática es un hecho y “nos estamos cargando la Tierra”. Todo esto no ha sido suficiente para que la Cumbre Climática de Madrid (COP25) marcara los pasos a seguir para intentar evitar que los peores augurios se cumplan. El encuentro que reunió a representantes de casi 200 países durante dos semanas no terminó el viernes, como estaba previsto, por la falta de acuerdo sobre las medidas a adoptar para frenar el cambio climático y el calentamiento global. Mientras unas delegaciones abandonaban ya el recinto de las negociaciones con evidentes muestras de decepción, otras seguían ayer intentando llegar a un consenso, ni que fuera de mínimos, sobre los dos puntos más problemáticos: la regulación del mercado de intercambio de emisiones de CO

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y cómo recortar los gases de efecto invernadero. Las posturas estaban más que enfrentadas. Mientras los países más contaminantes, como son Estados Unidos, China, India o Japón, seguían reacios a ceder y reducir las emisiones para frenar el calentamiento del planeta, la denominada Alianza por la Ambición Climática, integrada por 73 estados, muchos de ellos europeos, sí que apostaba por acentuar las medidas que eviten la catástrofe aunque, en conjunto, estos países son responsables de solo el 10 por ciento de las emisiones mundiales.

El panorama es más inquietante y desolador pero, si a nivel mundial parece que es imposible hallar soluciones a una amenaza real que se cierne sobre todos, a nivel local tenemos ejemplos esperanzadores. Este es el caso de la admirable iniciativa del ayuntamiento de La Baronia de Rialb instalando lo que podríamos denominar “calefacción central” en el núcleo de Vilaplana. Vecinos y calles se beneficiarán de este sistema que, a su vez, es económico, permite gestionar el exceso de masa forestal y reduce las emisiones contaminantes. Todo un ejemplo a seguir.

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