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Ha pasado el temporal Gloria y ha dejado un panorama desolador con pérdidas millonarias en infraestructuras y cultivos, y lo que es peor, con trece personas muertas, cuatro de ellas en Catalunya, en una negra estadística que aún puede empeorar porque todavía hay personas desaparecidas. Y eso que en esta ocasión han funcionado los avisos de alerta y todos estábamos informados de que se acercaba un temporal con fuertes vientos, oleaje intenso en las costas y riesgo en las carreteras, pero nunca estamos a salvo de las imprudencias o los despistes que se han traducido en esta negra estadística. Pero el temporal también ha puesto de manifiesto cómo la naturaleza desbordada muestra la endeblez de algunas de nuestras infraestructuras o cómo los ríos y el mar, aunque tarden años, tienden a recuperar los espacios de los que ha pretendido apoderarse el hombre. Así, estamos viendo cómo el temporal ha provocado que el mar invadiera el Delta del Ebro, destruyera vías férreas y carreteras, asolara las playas y los paseos marítimos y que en nuestras comarcas se desbordaran ríos que habitualmente están secos y que los desprendimientos cortaran la vía ferroviaria de La Pobla y carreteras como la N-260 o la de Sant Esteve de la Sarga. Desastres que desgraciadamente son habituales en cuanto la meteorología se desborda y que tal vez obligarían a replantearse sus trazados actuales para evitar que se vuelvan a repetir los cortes, como ya ha anunciado la Diputación con la carretera de Sant Esteve.

También han quedado afectados suministros básicos como el de agua potable, y nada menos que en una capital como Girona, o el de la luz en numerosos pueblos del Pirineo que llevan días sin suministro eléctrico. Dicen los expertos que con el cambio climático habrá que acostumbrarse a un clima más extremo y a episodios meteorológicos más intensos, y si no se remedia a nivel global, habrá que adaptarse, pero no resignarse, y replantearse un nuevo equilibrio medioambiental especialmente urgente en zonas como el Delta y de momento habrá que reclamar que las administraciones asuman lo que han podido contemplar sobre el terreno el presidente Sánchez o el President Torra: una evidente zona catastrófica. Y tendrán que tomar medidas globales para paliar daños e iniciar la reconstrucción.

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