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Cada dos días se presenta una denuncia por un delito contra la libertad sexual en las comarcas de Lleida. El año pasado fueron un total de 180, lo que representa un incremento del 19% respecto a 2018. Una cifra inasumible teniendo en cuenta que, además, el 33% de estos casos fueron agresiones en las que las víctimas sufrieron violencia e intimidación. Los expertos dicen que este alarmante incremento de las denuncias de delitos sexuales se debe, en parte, a una mayor concienciación de la sociedad, pero lo cierto es que la estigmatización de la víctima, como se vio en el caso de La Manada, aún es un freno. La cifra real de la violencia sexual, como ocurre con la violencia machista, sigue oculta bajo la alfombra. El Gobierno socialista anunció en su anterior etapa una reforma del Código Penal para endurecer las penas por violencia sexual que sigue pendiente. Las asociaciones feministas se han movilizado en los últimos meses para reclamar estos cambios y conseguir que se eleven las penas que castigan la violencia sexual y se reformule la ley. Más allá de la estadística, la madrugada del domingo se detuvo a un hombre de unos 40 años acusado de hacer tocamientos a dos jóvenes que se encontraban en un local de la calle Bonaire de Lleida. Es el pan nuestro de cada día. En las últimas ediciones del 8 de Marzo se han visto manifestaciones multitudinarias en las calles de todo el mundo. Las jóvenes, sobre todo, se han cansado de ser víctimas potenciales y piden ejercer de ciudadanas libres de pleno derecho, no solo sobre el papel, sino también en el día a día, y que regresar a casa sola por la noche no tenga que considerarse una situación de riesgo. Urgen reformas en el Código Penal, pero lo más importante es invertir en educación y revertir una situación insostenible.

Primeros residuos a Riba-roja El depósito de residuos industriales no peligrosos de Riba-roja, en Ribera d’Ebre, ya ha iniciado su actividad, ante la impotencia del territorio. El jueves llegó un camión cargado con 25 toneladas de basura industrial procedente de Constantí. Hay malestar entre los alcaldes del Segrià vecinos del vertedero.

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