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Lleida vivió ayer una de las mayores manifestaciones en defensa del sector agrario, que reclamó precios justos para los agricultores. Unos quinientos tractores y tres mil manifestantes ocuparon las calles de la ciudad para expresar su indignación y reclamar soluciones para un problema que, desgraciadamente, llevamos años padeciendo sin que se adopten soluciones por las diferentes administraciones. Llevamos años denunciando que la situación es ruinosa, que se están pagando precios por debajo de los costes de producción, que los intermediarios y las grandes cadenas se llevan los beneficios mientras que los payeses sobreviven como pueden, con un envejecimiento progresivo y sin que los jóvenes encuentren alicientes para continuar con las explotaciones agrarias, que los costes siguen incrementándose cada temporada al mismo tiempo que se permite la competencia desleal de la producción de otros países que ni cumplen los requisitos que aquí se exigen, ni ofrecen las mismas garantías sanitarias y de calidad que la producción autóctona. No estamos hablando de un problema sectorial sino de una cuestión de país, porque lo que está en juego es ni más ni menos el futuro de la empresa familiar agraria, base del sector en Lleida, y por extensión el de nuestra misma sociedad, que se arriesga a perder la despensa del país y un elemento básico en la articulación del territorio como es la supervivencia del sector agrario, que está seriamente amenazada. En Lleida, hay unanimidad en secundar la protesta y en exigir soluciones, como muestra que la mayoría de partidos e instituciones, como ayuntamientos y la Diputación, participaron en la manifestación, pero también hay que preguntarse quién puede solucionar el problema y qué medidas deben tomarse de inmediato, y no parece que se haya avanzado mucho en los últimos años. Las ayudas de la PAC que aprueban los políticos continúan bajando y sigue siendo cuestionable su distribución, las ventas a pérdidas en los grandes supermercados siguen sin regularse, la ley que regula la cadena alimentaria sigue sin concretarse en medidas, las iniciativas para incentivar el consumo de la producción autóctona no son eficaces y estas son algunas de las medidas que sí deberían promover y aplicar los políticos antes de que sea tarde y de que la ruina del campo sea irreversible. En Lleida estamos casi todos de acuerdo, pero hace falta que en Barcelona y Madrid se enteren y reaccionen.

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