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Hay algunos datos que, aunque sean fríos e impersonales, asustan. Este sería el caso del que publicábamos ayer a raíz de una jornada celebrada el viernes en CaixaForum de Lleida: un total de 49 adolescentes de Ponent, de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, fueron atendidos el pasado año en el Centre de Salud Mental Infantil i Juvenil de Lleida por conductas suicidas, que van desde las autolesiones hasta los intentos más serios de quitarse la vida. Y lo peor de todo es que esta cifra supone prácticamente doblar los 25 casos detectados dos años atrás. Los asistentes al encuentro, organizado por el Col·legi Oficial de Psicologia, pusieron énfasis en la detección de cualquier comportamiento que alerte de este tipo de conductas para intentar prevenir actuaciones irreparables. Porque cuesta de adivinar qué empuja a estos jóvenes a llevar a cabo este tipo de acciones cuando, en teoría, vivimos en una sociedad en la que nos sobran los alicientes de todo tipo para aferrarnos a la vida, aunque quizá esto sea parte de la causa. La cultura del esfuerzo parece que se haya desterrado y la consecución de cualquier objetivo, en la mayoría de casos, debe ser fácil y rápida. A todo ello hay que sumar la competitividad o los modelos de exigencia desproporcionados en muchos ámbitos de nuestro día a día. Las nuevas tecnologías, tan positivas y efectivas para tantas situaciones, también tienen su lado negativo, ya que “ayudan” a muchos adolescentes a automarginarse, pensando que la realidad es lo que sucede en las redes, en la pantalla del móvil o en la del ordenador, sin tener en cuenta ni apreciar todo lo que ocurre a su alrededor. En este ámbito virtual también incluiríamos el acoso de todo tipo, prácticas difícilmente controlables y detectables si las propias víctimas no las dejan trascender y que pueden influir de forma determinante en los menores que sufren estas situaciones. El centenar de asistentes a la jornada desarrollada en Lleida reclamó la puesta en marcha de un plan de actuación a nivel estatal que prevenga el suicidio, que, desde 2008, se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Este plan es necesario para atajar este tipo de comportamientos autolesivos, pero igual o más importante es que familias, amigos y escuelas estén alerta ante cualquier indicio de conducta que pueda presagiar estas dramáticas prácticas.

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