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El Consejo de Ministros aprobó ayer la creación de dos nuevos impuestos que en este caso sin que sirva de precedente parecen justos y necesarios y sobre todo adaptados a la sociedad en que vivimos. Se trata de las tasas sobre transacciones financieras y sobre los servicios digitales, más conocidas como la tasa Tobin, por el Nobel de Economía de 1981, que recomendó la implantación de una tasa sobre los flujos financieros y la tasa Google, que intentará que las grandes plataformas digitales paguen impuestos en los países en los que operan y en los que obtienen beneficios. Algo que parece lógico en los dos casos y que lleva años reivindicándose, pero que se enfrenta a trabas desde su aprobación, de forma que desde el sector financiero ya advierten que la tasa Tobin, un 0,2 por ciento en la compraventa de acciones de compañías españolas con valor bursátil superior a los mil millones, puede repercutir en el inversor y no el intermediario como es el objetivo del Gobierno, pero la ministra portavoz ya advirtió que es una tasa al sector financiero, al que se ayudó en la crisis, por lo que es de justicia que ahora contribuya con una pequeña tasa a un negocio multimillonario. Más problemas puede tener la implantación de la tasa Google, cuya liquidación se ha aplazado hasta diciembre a la espera de que haya un acuerdo global en los países de la OCDE y sobre la que pesa la amenaza de Estados Unidos de contrarrestar con aranceles a quien grave las actividades de sus empresas. No debería ser el caso porque la tasa es para todas las empresas digitales que obtienen beneficios en el país y no tributan. Y aunque se han rebajado las previsiones, se espera recaudar 1.800 millones con las dos tasas.

Y una derogación justa El gobierno de Sánchez también ha anulado el artículo que permitía el despido justificado de los trabajadores que hayan faltado al trabajo ocho días o más en los últimos dos meses aunque contaran con la preceptiva baja médica. Era una norma abusiva para los derechos del trabajador, al que se le penalizaba por estar enfermo, y es justo que se anule. Hay otras formas de luchar contra el absentismo laboral.

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