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La Generalitat fue la administración pionera en aplicar recortes en la sanidad en el momento álgido de la crisis económica, después de que Artur Mas asumiera la presidencia, y le imitaron prácticamente todas las comunidades, principalmente por los recortes presupuestarios del Gobierno central. Entonces se vendió al público como una medida provisional y se hacía de forma que eliminaba gastos que no afectaban a los servicios esenciales de la sanidad pública. Sin embargo, los recortes no fueron provisionales, sino que se consolidaron, por lo que su efecto ha ido en aumento al prolongarse su vigencia. El incremento de las listas de espera en los últimos años es una prueba de ello, por mucho que la administración haya aducido otras causas como el envejecimiento de la población, lo que por otro lado debería estar previsto en los presupuestos. También ha habido otras consecuencias menos visibles para el conjunto de la población pero que los profesionales sanitarios conocen de primera mano porque han tenido que sufrirlos, como las restricciones en la contratación de personal y el deterioro de los centros sanitarios por su falta de mantenimiento y renovación. No se trata solo de que sus instalaciones hayan quedado anticuadas, sino de que ha sucedido lo mismo con muchísimos equipos y material de diagnóstico e intervenciones quirúrgicas. Y claro, si no se ha destinado dinero a cuestiones tan necesarias para el día a día como estas, todavía menos para otras que en teoría eran secundarias, como el material de protección sanitario para epidemias. Y ahora los profesionales de la salud se ven obligados a afrontar el alud de ingresos provocado por la pandemia del coronavirus sin disponer, no ya de equipo de protección para todos, sino que también faltan artículos tan básicos como mascarillas y guantes. Porque aunque todavía sea pronto para hacer un análisis de lo que ha sucedido, da la impresión de que a los efectos devastadores de los recortes se le ha sumado la imprevisión de las autoridades sanitarias sobre la epidemia del coronavirus. Porque cuando ya hacía unas semanas que afectaba a China, el mensaje era de tranquilidad y de que el sistema público estaba preparado para afrontarla, mensaje que se repitió cuando afectó de lleno al norte de Italia. Por eso hay que preguntarse si no se perdieron unas semanas clave para dotar a los centros sanitarios del material necesario.

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