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En situaciones extraordinarias, y sin duda la pandemia del Covid-19 es la mayor de las últimas épocas, hacen aflorar lo mejor y lo peor de la condición humana y estamos viendo en las últimas semanas extraordinarias muestras de abnegación, dedicación y profesionalidad de los profesionales sanitarios y de los sectores que intentan mantener el pulso habitual, también de solidaridad de miles de personas anónimas que intentan ayudar a sus semejantes y, evidentemente, de quienes aceptan con disciplina el confinamiento o el cierre de sus negocios porque saben que estos sacrificios son indispensables para salir adelante ante esta emergencia. Pero también estos días hay que lamentar gestos insolidarios, el egoísmo de quien desafía el sentido común y vulnera el confinamiento multiplicando el peligro, la mala fe de quien propaga bulos o simplemente mentiras propiciando el alarmismo y multiplicando el miedo, la avaricia de otros que pretenden aprovecharse de la situación para hacer negocio con bienes de absolutamente primera necesidad, como ha sucedido por ejemplo con las mascarillas o con el intento de estafa a la Generalitat con un pedido de productos imprescindibles para la atención sanitaria. También hay quien aprovecha la coyuntura para idear nuevos delitos aprovechándose de la buena fe de las personas o irresponsables que hasta intentan hackear los servicios informáticos de sanidad. Y estos días también sirven para descubrir el alma de determinados políticos y ver que algunos, como el subgobernador de Texas, plantean que los mayores mueran con la pandemia para salvar el dólar y la economía o que otros cuestionan la atención y el gasto sanitario que se dedica a los inmigrantes enfermos, aunque la mayoría, afortunadamente, apuesta por empujar en la misma dirección asumiendo que se han podido cometer errores y que no hay una receta universal contra la pandemia. De todo hay en la condición humana y es importante en estos momentos quedarse con lo positivo, desenmascarando las actitudes negativas y reclamando el peso de la ley para los posibles delincuentes, pero destacando que ante las dificultades una inmensa mayoría de nuestra sociedad está reaccionando con civismo, solidaridad y abnegación, sin hacer caso de embustes y mentiras, y buscando información fidedigna y contrastada en los medios de comunicación de solvencia demostrada.

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