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Cada día, a las ocho en punto, se repite el ritual de salir al balcón para dar un aplauso al personal sanitario. Es un gesto simbólico pero cargado de agradecimiento. La consigna es que todos podemos contribuir a frenar la pandemia y que quedarse en casa es la mejor medida. Pero a nadie se le escapa que si en esta guerra contra un enemigo invisible hay un frente, está en los hospitales. Las cifras hablan por sí solas. Ayer había 258 personas ingresadas por coronavirus en centros sanitarios de las comarcas de Lleida, de las que 47 se encontraban en la UCI. Es evidente que médicos, enfermeros, auxiliares y, de hecho, todo el personal hospitalario, está soportando mucha presión. Recientemente, la vocal matrona del COILL, Annabel Fernández, reconocía que sus compañeros sanitarios más que cansados, se encuentran agotados mentalmente. Están más expuestos que nadie y viven en primera persona situaciones muy duras de pacientes que les piden ayuda para despedirse de sus seres queridos, ya que no pueden hacerlo ellos mismos por encontrarse aislados. Ellos forman parte de los más de 34.000 leridanos que hoy seguirán trabajando como empleados en sectores considerados esenciales.

El Consejo de Ministros aprobó ayer la paralización de todas las actividades desde hoy y hasta al menos el próximo jueves 9 de abril, pero la producción y venta de alimentos, la sanidad, la prensa, el transporte o los servicios financieros, entre otros, no se detendrán. Quienes tengan que quedarse en casa no perderán su salario, y las horas no trabajadas las tendrán que recuperar a lo largo de este año. El permiso retribuido es un alivio para los empleados, pero los empresarios creen que tras la crisis sanitaria habrá una “igual o peor” de económica. Así lo manifestó ayer el presidente de la Cámara de Comercio y de la patronal de pequeñas y medianas empresas de Lleida, Jaume Saltó. Y esto en un contexto laboral más que complicado, con 21.837 trabajadores afectados por alguno de los 3.845 Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que han duplicado el paro en las comarcas de Lleida. Un panorama difícil de gestionar teniendo en cuenta que los expertos advierten que aún no se ha llegado al pico de la enfermedad. Se impone un gran pacto político y social para superar esta crisis.

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