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Entre los estragos de todo tipo que ha provocado la pandemia, y los que están por venir sobre todo a nivel económico, uno de los que han generado más controversia es la estadística de nuevos contagios, fallecimientos y altas. La polémica ha sido global porque primero desde Occidente se dudaba de los datos facilitados por China y después se han cuestionado las estadísticas de Trump, las de la Lombardía e incluso las de países tradicionalmente tan meticulosos como Alemania con acusaciones de que solo se divulgaban una parte de los contagios y no se registraban todas las muertes. También en España se ha vivido la polémica con cierta acritud por momentos discutiéndose criterios metodológicos y hasta conceptuales porque en el momento álgido no se hicieron pruebas a todos los fallecidos, por lo que sus muertes se atribuían o no al virus, o no se computaban las de residencias y los datos se limitaban en algunos casos a muertes hospitalarias. Las discrepancias provocaron que, desde el 16 de abril, la Generalitat aplicara criterios diferentes a los de Madrid, incluyendo los decesos en residencias y domicilios familiares a partir de los datos facilitados por funerarias, con el consiguiente incremento que distorsionaba la curva estadística. Pero también este sistema ha registrado fallos y esta misma semana Salut ha tenido que rectificar los datos facilitados y disminuir el número de fallecidos en Lleida en dos ocasiones, al parecer por supuestos errores en los datos facilitados por algunas funerarias que operan en más de una provincia y los habrían computado por error. Sea como fuere, es un fallo que no debería repetirse por su misma credibilidad y que demuestra que todos podemos equivocarnos, que no hay fórmulas infalibles en esta crisis y que las estadísticas de fallecidos no pueden convertirse en armas arrojadizas en la batalla política, ni verdades absolutas a sacralizar. Son un dato importante que ha de ser lo más veraz que permitan las circunstancias que muestran detalles significativos sobre la evolución de la pandemia y que corroboran que hemos pasado lo peor y ya hemos doblado la curva. Con todas las prevenciones, hay que valorar que la jornada del jueves fue en las comarcas de Lleida la primera después de seis semanas en que no se registró ningún fallecimiento y bajan también los contagios. Aunque falta mucho, estamos ganando la batalla sanitaria y habrá que emprender la económica.

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