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Las piruetas que tiene que hacer el gobierno de Sánchez para conseguir los apoyos parlamentarios que le permitan renovar quincenalmente el estado de alarma han provocado un nuevo lío, con enfrentamientos entre los mismos socios de gobierno, por la derogación de la reforma laboral que pactaron con Bildu y posteriormente matizó el PSOE. De los partidos que facilitaron la investidura de Sánchez, primero se desmarcó ERC, que de la abstención pasó al voto en contra ya en la cuarta prórroga, y el PSOE tuvo que buscar los votos de Ciudadanos y del PNV, que nunca les falla en los momentos difíciles a cambio, eso sí, de contrapartidas para Euskadi. Pero en esta última votación se ha negociado también con Bildu, con quien firmaron un pacto para mejorar la capacidad de endeudamiento de los ayuntamientos vascos y navarros y sobre todo la derogación íntegra de la reforma laboral instaurada por el PP en 2012. De madrugada ya, el PSOE se apresuró a rectificar que la reforma no se derogaría íntegramente y que el acuerdo se limitaba a “la recuperación de los derechos laborales arrebatados por la reforma del 2012”, y la tormenta continuó ayer con declaraciones del vicepresidente Pablo Iglesias, en las que aseguraba que está firmado que la derogación ha de ser íntegra, de los portavoces de Bildu, en las que explican que el acuerdo debe cumplirse en su totalidad y nuevas matizaciones del PSOE de que nada se hará sin diálogo social. Paralelamente, como era previsible, la patronal CEOE considera el acuerdo un desprecio indignante al diálogo social que conculca la Constitución, los sindicatos reconocen que no sabían nada, al PNV tampoco le gusta que pacten con su rival en Euskadi, la derecha acusa a Sánchez de mantenerse en el gobierno gracias a “subastas entre separatistas y proetarras”, los barones socialistas se muestran perplejos y dolidos por el pacto y hasta se ha profundizado la brecha entre el PSOE y Podemos. Lo peor del caso es que en esta ocasión no necesitaban la abstención de Bildu para sacar adelante la prórroga, por lo que han provocado un auténtico terremoto por nada con el agravante de que ya estaba previsto en el acuerdo entre PSOE y Podemos un cambio en profundidad de la reforma laboral, que en cuestiones como anular despidos con baja médica ya se ha hecho, y que una derogación automática es imposible en la práctica. El lío muestra la fragilidad de los apoyos a este gobierno en un momento crucial.

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