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La lenta recuperación de la normalidad sigue avanzando con más agilidad en las comarcas del Pirineo y en el 70 por ciento de España que en las comarcas del llano, que siguen en fase 1 y donde se siguen registrando episodios poco edificantes para la salud pública como fiestas privadas o encuentros como el de Balaguer. Ayer se abrieron las escuelas en el Pirineo, aunque como en el resto de Catalunya, salvo Bacelona y el llano de Lleida, hubo poca asistencia de alumnos por decisión voluntaria de los padres, que también han optado por la prudencia, y aunque el pase a la fase 2 también representa un avance para la hostelería del Pirineo, su normalización depende en buena medida de que se apruebe la flexibilidad en la movilización de los ciudadanos, que ayer concretó el ministro de Transportes. Si no hay cambios epidemiológicos que lo justifiquen, se permitirá la movilidad entre provincias, comunidades autónomas o zonas sanitarias diferentes a partir del 8 de junio si se está en fase 3, algo factible para las zonas que ya están en fase 2 pero que llevará al menos una semana de retraso para las que como el llano de Lleida aún estamos en fase 1. Pero en cualquier caso, según las previsiones, las restricciones a la movilidad acabarán el 21 de junio, que es cuando finalizará la última prórroga de la alarma que Sánchez ya parece tener garantizada con el apoyo en esta ocasión de ERC, además del tradicional del PNV y el que todavía negocia con Ciudadanos. Con el fin del estado de alarma también llegaría el fin de la cuarentena para turistas extranjeros y se supone que estaría bajo control la situación sanitaria con el coronavirus controlado, aunque se mantuvieran las precauciones. Es importante cumplir este calendario y evitar rebrotes que lo aplacen porque sería una posibilidad de salvar parcialmente el turismo y, aunque será complicado conseguir que vuelvan los visitantes extranjeros, porque se mantienen ciertos recelos, seguirá habiendo corredores sanitarios con restricciones a cualquier posible masificación y los operadores están potenciando otros destinos, sí se debería apostar por los visitantes nacionales, por el turismo interior que aproveche el contacto con la naturaleza como valor añadido y también como garantía de salud. Con todas las precauciones para no provocar rebrotes, pero hay que aprovechar esta oportunidad y vender el atractivo que tienen las comarcas de Lleida para el turismo interior.

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