SEGRE

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Empresarios y hosteleros se han quejado de que el retraso en el pase a la fase 2 de la región sanitaria del llano de Lleida está provocando cuantiosas pérdidas económicas y sobre todo una mala imagen de nuestras comarcas que pueden perjudicar aún más de cara al futuro, y reclaman un plan específico de reactivación económica urgente como ya se ha hecho, por ejemplo, en la Conca d’Òdena. Bienvenidos sean todos los planes de recuperación que se aprueben porque todos harán falta, pero, mientras llegan, sí que tendríamos que preocuparnos por la imagen que ha dado Lleida o al menos la que se ha proyectado en el exterior de nuestras comarcas, porque el hecho de no pasar de fase se ha asociado en muchos medios a fiestas de cumpleaños en discotecas y a problemas en empresas del sector agroalimentario como mataderos o centrales hortofrutícolas como explicaron los mismos responsables sanitarios. Tampoco ha ayudado a mejorar la imagen que se celebraran fiestas con “besos y abrazos” como la de Balaguer o las denuncias de alcaldes del Baix Segre de que llegaban autobuses de temporeros sin contrato que desafiaban las restricciones a la movilidad y otros episodios que dejaban traslucir cierto relajamiento en el cumplimiento de las normas en nuestras comarcas. Y tampoco han ayudado a trasladar una imagen amable de la ciudad las fotos de temporeros durmiendo en las calles del centro histórico o deambulando por la ciudad en busca de alojamiento que se les había negado en algunos establecimientos. Es un problema que se repite cada año, al margen del color del ayuntamiento, frente al que en esta ocasión se ha vuelto a reaccionar tarde con la dimisión de la concejala responsable aún por explicar, y no cabe la excusa del año pasado de que acababan de llegar a la Paeria y con medidas similares, el pabellón de la Fira, a las que habían tomado otros ayuntamientos y fueron criticadas. Ciertamente el de los temporeros es un problema que trasciende el ámbito municipal y habría que reclamar más implicación de la Generalitat, pero tenemos que reaccionar ante el cliché que se pueda asociar Lleida con racismo porque no es justo, ni veraz, y también hay que romper el estereotipo sobre nuestras comarcas que se han podido crear con estos hechos porque presentan una imagen distorsionada de Lleida, donde la inmensa mayoría de ciudadanos es solidaria y ha cumplido con las normas sanitarias.

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