SEGRE

Creado:

Actualizado:

Ayer viernes se cerró oficialmente el curso escolar más extraño de la historia por culpa del coronavirus, cuya expansión provocó el cierre de los centros catalanes el ya lejano 12 de marzo, después de que algunos ya hubieran clausurado las aulas por seguridad y temor a posibles contagios. Aún no se había decretado el estado de alarma, no se pensaba en aquel momento que la situación llegaría a ser tan grave y, como estaban cerca las vacaciones de Semana Santa, se aplazó la puesta en marcha de planes educativos online y a distancia. Después de Semana Santa ya se reconoció que la vuelta a la escuela presencial sería complicada y de acuerdo con el ministerio se pactó que los alumnos no podían ser víctimas del confinamiento y se anunció una promoción de curso generalizada teniendo en cuenta las evaluaciones ya hechas con la posibilidad de avanzar en el programa por vías telemáticas. Finalmente, el 20 de mayo el conseller Bargalló anunciaba la reapertura de la escuela presencial cuando las respectivas regiones sanitarias accedieran a la fase 2 provocando críticas de los sindicatos, que no veían segura la reapertura, que reprochaban la visión de la escuela como una guardería para niños y aseguraban que se traspasaba la responsabilidad de la reapertura a los directores de centro y también de los padres que recelaban por la posible falta de seguridad y también se quejaban de sus problemas de conciliación y de que se había desincentivado desde los mismos centros la vuelta a las aulas. En lo que sí coincidían todos era en la falta de liderazgo de la conselleria y en la confusión generada que derivó en una reapertura de las clases más bien simbólica para los efectos normalizadores. Evidentemente, no ha sido un modelo de gestión ante una situación absolutamente desconocida y ha quedado claro que, pese a todas las promesas, sigue existiendo una brecha digital, que ha impedido poner en marcha formas de educación online, otra brecha social con profundas desigualdades que la escuela pública ayuda a solucionar y que con su cierre se han agudizado y un déficit de infraestructuras que las exigencias sanitarias aún han puesto más de manifiesto y que habrá que corregir, al igual que las ratios de alumnos por aula, antes de que empiece el curso que viene. Habrá que trabajar para despejar incógnitas antes de septiembre para que no haya sido este un curso totalmente perdido.

tracking