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Mañana 1 de julio se abren las fronteras de la Unión Europea que estaban cerradas desde marzo por el estallido de la pandemia y lo que sin duda será positivo para la recuperación del turismo si se respetan las normas sanitarias puede ser complicado para el control de la epidemia. De momento, se prohibirá la entrada de viajeros procedentes de Estados Unidos, que se ha convertido en el país más castigado por la Covid con récord diario de contagios, que ya ha afectado a más de dos millones de personas con 125.000 muertos, que en buena parte pueden atribuirse a la falta de medidas y a las baladronadas del peor presidente que han padecido, y también de Rusia, donde la opacidad informativa impide conocer el alcance de la pandemia, de Cuba y de Brasil, otro epicentro del virus donde ya se superan los 57.000 muertos y los 1,3 millones de contagios gracias a la errática política de su presidente, Bolsonaro. En el caso de China, origen del virus y con peligrosos rebrotes en los últimos días, la apertura de fronteras sorprendentemente queda supeditada a la reciprocidad que establezca el gobierno de Pekín en una decisión que parece arriesgada teniendo en cuenta que en ningún momento ha habido transparencia sobre la situación de la enfermedad en el gigante asiático y parece arriesgado abrir las fronteras sin constatar fehacientemente que la situación en China está controlada. Otro elemento de riesgo puede llegar con la migración de países africanos, que se había frenado durante los meses de confinamiento, pero que ahora puede multiplicarse con el consiguiente peligro de nuevos brotes, no solo por la situación sanitaria en África sino por las condiciones de este fenómeno migratorio con aglomeraciones, masificación y poca vigilancia de las normas sanitarias que han llevado por ejemplo a Argelia a mantener cerradas las fronteras hasta que esté controlada la crisis. Tal como está la situación, es un paso arriesgado porque aún son pocos los países que puedan considerarse seguros, y de hecho en España siguen registrándose brotes aunque las autoridades sanitarias insisten en que están controlados y habrá que seguir haciendo pedagogía para que se mantenga la prudencia pese a la apertura de fronteras, que en modo alguno debería interpretarse como una relajación de las precauciones o como que la pandemia está controlada, pese a la imagen de playas abarrotadas que hemos visto este fin de semana.

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