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Es sabido que los informes y recomendaciones del Banco de España se ajustan siempre a la ortodoxia del sistema y que sus responsables están más preocupados por el equilibrio del déficit o el control de la inflación que por el bienestar de los ciudadanos, pero teniendo en cuenta la gravedad de la situación que vivimos, y que con tanta minuciosidad describen, podrían haberse apuntado a fórmulas más solidarias con los que peor lo pasan y que tiendan a una mejor redistribución de la riqueza. Nos explican que estamos viviendo la peor crisis, con una caída del PIB que ya ha sido del 5,2 en el primer trimestre y puede superar el diez en el segundo, con las mujeres y los jóvenes sufriendo las peores consecuencias, el paro que puede superar el veinte por ciento y que la deuda pública puede llegar al 114 por ciento. Sin entrar en cuantificaciones, es algo que todos estamos padeciendo y que intentamos superar con imaginación, más trabajo y mucho sacrificio, esperando que la iniciativa pública actúe como recuperador de la economía y confiando en que los muchos millones prometidos desde las instituciones europeas sirvan para aliviar la situación de autónomos, pequeñas y medianas empresas y ciudadanos. Pero el Banco de España sigue a lo suyo y lo que recomienda es subir impuestos y reducir el gasto para rebajar el déficit y la deuda pública y, como hace casi siempre, también pide reformar el mercado laboral y la Seguridad Social y muestra sus recelos sobre el ingreso mínimo recién aprobado. Siguen más preocupados por la ortodoxia que por las personas y los impuestos que propone subir no son los que gravan las grandes fortunas, las Sicav o los gigantes de internet que tributan fuera, sino los que pagamos todos: los tipos reducidos del IVA y los impuestos especiales. Y con respecto al gasto, parece evidente, y así lo han anunciado gobiernos de todos los colores, que es el momento de que el Estado inyecte inversión, liquidez y financiación a un sistema económico paralizado por el coronavirus y si tiene que endeudarse un poco más es el momento de hacerlo porque también las instituciones europeas han prometido hacerlo. Podría haber recomendado el Banco de España fórmulas más novedosas como subidas de salarios para reactivar el consumo o más contratación que genere cotizaciones para garantizar las pensiones, pero siguen apelando a las recetas de siempre que benefician a los de siempre.

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