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Aunque sea desde posiciones antagónicas y probablemente involuntarias, el rey de España y el presidente de la Generalitat ya tienen otra cosa en común: los dos piden unidad cuando les interesa. Lo hizo Felipe VI en el homenaje a las víctimas del Covid la semana pasada y también lo hizo Torra el sábado tras el anuncio de nuevas restricciones para Barcelona y su área, el Segrià y la Noguera, y más allá del recurso retórico que representa en los dos casos, llama la atención que quien discutió todas y cada una de las decisiones de Madrid en la gestión de la crisis y que daba por hecho que lo harían mejor apele ahora a la unidad en torno a sus decisiones. Desde Lleida también podemos pedirle claridad para evitar el jeroglífico permanente en el que estamos con el diferente nivel de restricciones y de confinamientos como el perimetral del Segrià que llegó entre contradicciones y se ha levantado sin que nadie explique si ha servido para algo o equidad para evitar que la hostelería de Lleida y seis pueblos del Segrià se vea abocada al cierre mientras en el resto de la comarca o en Barcelona se permite la apertura con limitación de aforos, o previsión para no llegar tarde al problema de los temporeros, o más medios para disponer de rastreadores o instrumentos jurídicos para poder confinar realmente a las personas sin techo que han dado positivo. Está muy bien apelar a la unidad, siempre que no se confunda con adhesiones inquebrantables que es lo que parecen pedir, y entendiéndola como el resultado de una información previa, de escuchar todas las opiniones, de consensuar las medidas a tomar, de comunicarlas con rigor, claridad y transparencia y hasta de velar para que se cumplan, evitando astracanadas como recomendar que no se salga de Barcelona y a continuación provocar colas en las autopistas de salida hacia la playa o la montaña. Y puestos a pedir, bienvenida sea la unidad, pero sobre todo en estos momentos hay que reclamar eficacia, que se adopten medidas que sirvan realmente para combatir el virus, para evitar su propagación, para atender a los contagiados y también para compatibilizar las garantías sanitarias con la supervivencia de la economía. Y si hay que pedir ayuda, se reclama sin que por ello se tambalee el autogobierno, y si hay que exigir más sacrificios a la ciudadanía, se hace de una forma directa y transparente, ya que el gobierno está para tomar decisiones y no

apelar a voluntarismos.

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