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Vamos mejorando en la lucha contra el virus en Lleida y su área con menos contagios, y lo que es más importante, un descenso de la tasa reproductiva que ya está en torno a 1 cuando era el doble la semana pasada, pero se abren nuevos frentes que obligan a no bajar la guardia. Han aumentado considerablemente los tests que se hacen a la población como recomiendan los epidemiólogos y se han constatado dos hechos diferenciales con respecto a lo sucedido en marzo: ahora más de la mitad de los casos detectados son asintomáticos, no tienen los síntomas pero son portadores del virus y, en consecuencia, pueden ser transmisores, y en segundo lugar ha bajado considerablemente la edad media de los contagios, de forma que una tercera parte de los registrados esta última semana tiene menos de 30 años, mientras que los que tienen más de 60 años solo representan el 12 por ciento en julio, y los mayores de 80, los más castigados en la primera fase de la pandemia apenas alcanzan el 5. Esto quiere decir que baja la gravedad de contagiados y hospitalizados, pero al mismo tiempo puede aumentar la transmisión del virus especialmente si hay contacto con los asintomáticos y entre los colectivos que no tomen las debidas precauciones. En esta línea van las recomendaciones de la Generalitat para restringir las reuniones en la calle a última hora de la noche, es decir, los llamados “botellones”, que teóricamente no están permitidos por las actuales normas y que podrían evitarse con la colaboración de los respectivos ayuntamientos. Será impopular, pero habrá que tomar medidas si queremos acabar con la pandemia.

Sant Jordi pese a todo No será como en abril, ni como nos hubiera gustado a todos, pero hoy se celebra el Sant Jordi d’estiu y SEGRE se suma a la fiesta regalando a sus lectores el relato de Josep Vallverdú sobre sus milicias universitarias y su paso por el Ejército español en la década de los 40. No habrá firmas masivas de los autores, pero sí es una oportunidad para apoyar al mundo editorial, a los autores y a la literatura y de mostrar cómo el virus no puede acabar con la cultura, ni con Sant Jordi.

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