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Unas cuatrocientas personas se manifestaron ayer en la plaza Sant Joan y ante la Paeria para protestar por el cierre de sus establecimientos que solo pueden abrir para el servicio a domicilio y expresar gráficamente que no quieren pagar los platos rotos de esta crisis. Su protesta podría ser extensible al comercio limitado a las aperturas con cita previa o al conjunto de la ciudadanía de Lleida y otros seis pueblos del Baix Segre sometidos a un confinamiento, ciertamente laxo en la práctica, pero que no puede salir de los límites urbanos. El problema, una vez más, es que no se ha informado con claridad y, sobre todo, que se están aplicando raseros diferentes respecto a otras zonas de Catalunya que padecen problemas similares e incluso más graves si nos atenemos a la tasa reproductiva del virus, mucho más alta en Barcelona y su área metropolitana, e incluso a los contagios pese al repunte de casos anunciado ayer. Mientras en Barcelona las restricciones se reducen a recomendaciones y se mantiene la apertura en comercio y hostelería con limitación de aforos, aquí se ha optado lisa y llanamente por la prohibición de salir y por el cierre de bares y restaurantes con el consiguiente desastre económico para el sector que intentaba levantar la cabeza tras el cierre durante toda la primavera. ¿Acaso tiene la culpa la hostelería del repunte de casos padecido en julio como se desprende de la orden de cierre? Parece evidente que no y que hay otros factores determinantes sobre los que no se ha actuado con la misma firmeza, y seguimos viendo por las calles de Lleida grupos de personas sin techo que van desde los pabellones de la Fira al centro histórico, o concentraciones de jóvenes que hacen botellón en determinadas zonas sin mayores problemas. Se pueden aceptar sacrificios cuando hay una información clara y se argumentan las medidas, pero aquí se optó por el confinamiento de Lleida y el Baix Segre sin más explicaciones que el rifirrafe con la justicia y sin valorar que hay algún pueblo afectado, como La Granja d’Escarp, que no tiene ningún caso y sigue confinado. Y además, nos encontramos sin nadie que nos defienda con una Paeria más preocupada por seguir los argumentarios de partido que de atender los legítimos intereses de los sectores afectados y sus ciudadanos, que han tenido que manifestarse para que el teniente de alcalde pida, al noveno día, que se flexibilicen las restricciones. Tarde y mal.

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