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Antes de que el juez confirmara el decreto que suaviza las restricciones para Lleida y seis pueblos del Segrià, muchos establecimientos instalaron sus terrazas en un intento más simbólico que efectivo de recuperar parte de la recaudación perdida en este mes de julio, pero es evidente que ni a los hosteleros ni a su Federación les ha convencido de que el desconfinamiento solo sirviera para que pudieran abrir las terrazas al 50 por ciento. Básicamente porque la estructura del sector en Lleida no pasa por las terrazas, que no dejan de ser un complemento, tanto por las características de los establecimientos e incluso el urbanismo de la ciudad, como sobre todo por la climatología de la ciudad, con temperaturas extremas en invierno y en verano que hacen poco confortables las terrazas. Como gráficamente dijo ayer el presidente de la Federación de Hostelería, invitamos a la consellera a comer en una terraza de Lleida a 40 grados, porque además la medida ha coincidido con la primera oleada de calor después de un mes de julio con temperaturas relativamente moderadas. Si además se ha doblegado la curva de contagios como dicen desde Salut, si la tasa de reproducción del virus está por debajo de 1, inferior a la del área metropolitana de Barcelona, y si los mismos portavoces del Arnau admitían ayer que la presión sobre el hospital se ha reducido en un 28 por ciento y no hay previsiones de habilitar nuevas plantas para enfermos de Covid, ¿por qué se sigue penalizando a la hostelería con esta restricción que sigue provocando cuantiosas pérdidas y puede destruir aún más empleos? ¿Por qué se penaliza más a la hostelería de Lleida y los seis pueblos del Segrià que a la de Barcelona cuando es evidente que aquí tenemos menos masificación y se pueden respetar mejor las limitaciones de aforo? ¿Acaso consideran que la apertura del interior de los bares puede convertirse en un foco de propagación? Si es así, que lo expliquen con los datos de que disponen y lo aceptaremos, pero cuando las autoridades sanitarias se han referido a posibles focos nunca han citado a los bares y restaurantes de la ciudad. La apertura de terrazas es un paliativo que no solucionará los graves problemas del sector, y de hecho muchos establecimientos no han abierto, y tampoco es solución que se habiliten más terrazas en las calles como propone la Paeria. Lo más lógico sería que se aplicaran en Lleida medidas similares a las que están vigentes en el área metropolitana.

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