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Un total de 62.796 alumnos de Infantil, Primaria, ESO, Bachillerato y FP de las comarcas de Lleida regresarán mañana a las aulas después de seis largos meses. Empieza un curso escolar atípico y lleno de incógnitas en el que padres, docentes y estudiantes coinciden en la necesidad de recuperar la normalidad, aunque eso será misión imposible. Garantizar el derecho a la educación en plena pandemia ha obligado a los centros a hacer deberes este verano. Es innegable que se ha trabajado duro para crear itinerarios seguros para que los distintos cursos no se toquen, para organizar turnos de entrada y salida que eviten aglomeraciones, buscar espacios alternativos para esponjar el centro... Pero este esfuerzo de última hora, aunque dé el ansiado aprobado en septiembre, sabe a poco. Las asociaciones de padres no entienden cómo se ha esperado tanto a la hora de planificar un retorno a las aulas que ya se sabía que sería complejo. De hecho, van más allá y piden tres protocolos perfectamente definidos según si la crisis sanitaria afecta de manera leve, medio o grave para no seguir improvisando. El departamento de Educación insiste en que la clave son los grupos burbuja, amén de mascarillas para mayores de seis años e higiene de manos, pero a nadie se le escapa que los grupos supuestamente estancos son una mera idea abstracta. Cuando suene el timbre la burbuja explotará. Hermanos pertenecientes a distintos grupos –y hasta de distintos centros– convivirán entre ellos y con sus familiares, que, a su vez, se interrelacionarán con compañeros de trabajo, círculo de amistades, etc. Tampoco inspira mucha confianza que entre el 20 y el 25% de centros escolares de Lleida superen la ratio considerada ideal, o que un 8% de los docentes mañana no se reincorporarán a su puesto de trabajo porque están de baja.

Tampoco se ha resuelto qué pasará con los padres que tengan que hacer frente a la cuarentena de sus hijos. Se ha hablado de bajas y de permisos, pero no se ha concretado nada. Sin cobertura legal, cada vez que se tenga que aislar a un grupo se creará un problema añadido para las familias, más si tenemos en cuenta que ayer mismo Argimon pedía que en la medida de lo posible los abuelos no fueran a recoger a los nietos al colegio. Habrá que armarse de paciencia.

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