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El pasado 29 de enero el president Torra aseguraba que la actual legislatura no tiene más recorrido político y que anunciaría la fecha de las elecciones catalanas en cuanto se aprobaran los presupuestos. Ocho meses más tarde, la pandemia del coronavirus desbarató los acuerdos presupuestarios y cambió tan radicalmente el panorama que ni hay fecha para las elecciones ni, por lo que se vio ayer en el debate sobre política general, intención de convocarlas por parte de Torra. Está en su derecho porque la disolución de la cámara y la convocatoria de elecciones es una prerrogativa presidencial, pero el problema es que el calendario judicial no se ha detenido, que para hoy está convocada la “vistilla” en el Tribunal Supremo sobre el recurso contra la inhabilitación de Torra por desobediencia en el caso de las pancartas, y que puede haber sentencia en breve ratificando la inhabilitación y abriendo de nuevo un panorama incierto en la política catalana. Por lo visto ayer en el Parlament, los socios de gobierno, JxCat y ERC, mantienen posiciones distantes, y mientras los primeros avalan a Torra en que la decisión del Supremo será un paso más en la represión del Estado, los segundos le reprochan que la decisión de no hacer nada es irresponsable y que dejar la presidencia de la Generalitat en manos del Supremo es avalar la represión. El resto de grupos, incluida la CUP, son partidarios de que se convoquen elecciones de inmediato y evitar el periodo de inestabilidad que generaría la condena de inhabilitación y la previsible negativa de Torra a abandonar la presidencia de una forma efectiva, en un paso más en la estrategia de confrontación auspiciada por Puigdemont, colocando además al vicepresidente Aragonés y a ERC en una situación complicada por su posible connivencia con el Estado. Aún admitiendo que la prioridad es seguir combatiendo la pandemia y reactivar la economía, no parece el mejor escenario la inestabilidad institucional y la desobediencia al Supremo cuando de una forma u otra estamos abocados a las elecciones porque efectivamente la actual legislatura hace meses que se ha quedado sin recorrido. Toca convocar elecciones porque el respaldo parlamentario de Torra ha ido menguando y al distanciamiento de ERC hay que añadir el proceso de ruptura con los diputados del PDeCAT y la postura de la CUP reclamando elecciones. Que sea un nuevo Parlament quien gestione la etapa

postpandemia.

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