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La expansión del coronavirus en Madrid no tiene comparación con las grandes ciudades europeas y mundiales. A pesar de compartir elementos propios de las grandes urbes, como la densidad de población y la alta movilidad, la capital del Estado español supera ampliamente en número de contagios, casos per cápita y porcentajes comparativos. En la última semana, la Comunidad de Madrid ha sumado 26.000 casos, más de un tercio de los de toda España. Son 3.000 más que en todo Reino Unido, el doble que en toda Alemania y casi el triple que en toda Italia. También, lógicamente, más que en las áreas metropolitanas de sus respectivas capitales. En Madrid se han detectado incluso más positivos que en la ciudad de Nueva York. Tales cifras no pueden achacarse a ningún otro factor que no sea la irresponsabilidad política de la Comunidad y de su presidenta a la cabeza, Isabel Díaz Ayuso. En marzo, todos los gobiernos del mundo estaban desprevenidos ante la pandemia y la expansión del coronavirus quedó a expensas de la capacidad sanitaria de cada país y de la diligencia de sus políticos para aumentar la capacidad asistencial y dotar de los equipos de protección para protegerse del virus. Así, países con una gran concienciación de sus gobiernos, como Alemania y Francia, por poner solo dos ejemplos, lograron evitar muchas muertes y los contagios. En el otro extremos se situaron Brasil, EEUU y Gran Bretaña, que tardaron mucho en reaccionar y en algunos casos incluso se despreció la letalidad de la Covid. En España, Catalunya, con número de contagios y muertos tan dramáticos como los de Madrid, instó incluso antes del estado de alarma a confinar ciudades o áreas perimetrales y la extrema prudencia para cambiar de fase ha caracterizado la acción de gobierno de la Generalitat. Cautela en ocasiones incluso excesiva como el confinamiento sectorial que padeció el Segrià en julio, cuando las competencias ya eran autonómicas. Mientras, la Comunidad de Díaz Ayuso se ha negado sistemáticamente desde el primer día a los confinamientos generales o sectoriales y su temeridad en querer desacelerar las precauciones cuando los datos sanitarios no lo aconsejaban ha acarreado la alarmante situación actual. Su última imprudencia, anunciar restricciones a la movilidad un viernes y no comenzar a aplicarlas hasta el lunes. Un disparate que perjudica a los madrileños y a todos los españoles.

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