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En medio del rebrote de la pandemia que vuelve a castigar con dureza a todo el mundo y con avisos de que puede decretarse el estado de alarma en el país para implantar un toque de queda, se plantea hoy en el Congreso una atípica moción de censura en la que un grupo minoritario, Vox, pedirá el relevo del presidente del Gobierno por su candidato. Evidentemente, está condenada al fracaso porque Vox solo tiene asegurado el voto de sus 52 diputados y necesitaría llegar a 176, pero no deja de ser una operación de propaganda para el grupo ultraderechista, que disfrutará del protagonismo en dos sesiones para exponer su programa alternativo. Está en su derecho porque con la firma de la décima parte de los diputados puede presentarse una moción de estas características, que será la quinta desde la restauración constitucional con solo una triunfante, la que perdió Rajoy y llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa tras la sentencia del caso Gürtel, pero plantear en estos momentos una moción de censura condenada al fracaso porque no tiene ningún apoyo al margen de Vox parece un gesto de oportunismo e incluso de frivolidad teniendo en cuenta los problemas que está viviendo el país. Todo apunta a que el Congreso asistirá hoy a una crítica demoledora y hasta catastrofista a la gestión de Sánchez, pero todos tenemos derecho a preguntarnos si es lo que necesita el país y si es momento para debatir mociones o de aunar voluntades para luchar contra un enemigo común. En cualquier caso, no parece una moción contra Sánchez sino más bien contra el PP y su líder Pablo Casado, que se enfrentará a la tesitura de apoyar las críticas al gobierno secundando a Vox, abstenerse dejando el liderazgo de la oposición a la ultraderecha o bien votar en contra aunque algunos se apresuren a interpretar que sería un respaldo indirecto a Sánchez. En cierto modo, lo que pretende Vox con su moción es arrebatar el liderazgo de la oposición y obligar a Casado a elegir entre sus votantes más escorados a la derecha, que exigen contundencia frente a la coalición gobernante, y los más próximos al centro político, que pueden sentirse incómodos ante un apoyo a la ultraderecha. No lo tendrá fácil Casado frente a la maniobra de Vox, que ya sabe que tiene perdida la moción, pero puede ganar la batalla de la propaganda y también la hegemonía en el bloque opositor a Sánchez. Aunque a los ciudadanos nos preocupe más la pandemia.

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