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Los datos sanitarios siguen mejorando en Catalunya aunque sea a un ritmo menos acelerado de lo deseable, pero lo importante es que van bajando los casos, mientras aumenta la presión de los sectores más damnificados para que se permita la reapertura. De los tres índices que se utilizan para evaluar la gravedad de la pandemia, la velocidad de propagación del virus ya lleva días por debajo del 1 y en el ámbito catalán está en el 0,78, por debajo del 0,8 que se exigía como deseable; los contagios están en torno a los 2.500 cuando la cifra prevista para la reapertura era de 1.000, que de seguir la tendencia puede alcanzarse en días, y es más negativa la estadística sobre la presión hospitalaria porque aún seguimos con más de 500 personas ingresadas en las UCI, cuando la Generalitat había fijado un tope de 300 para empezar con la desescalada manteniendo una atención asistencial sostenible. Estamos cerca de las cifras marcadas y es lógico empezar a diseñar una desescalada gradual que evite el colapso económico y social, pero también hay que aprender de los errores cometidos en primavera porque los expertos insisten en que se hizo de una manera demasiado rápida en Catalunya con apenas unos días en fase 3 en zonas como Barcelona o Lleida. La consellera Vergés confirmó que a partir del lunes comenzará una desescalada lenta y gradual que en principio contempla cuatro tramos y que empezaría por la reapertura de las terrazas en la hostelería y la autorización para los deportes al aire libre y previsiblemente las actividades culturales con limitaciones de aforo, después de que ya reabrieran los centros de estética. De momento, no se contempla todavía el levantamiento del toque de queda, que, por lo visto, se mantendrá durante semanas y tampoco está prevista en esta primera fase que se amplíe la movilidad territorial o menos restricciones a salir del municipio en fines de semana, que se dejarían para el tramo posterior y que es reclamado por el Pirineo de cara al puente de diciembre y la temporada de esquí, que sigue estando pendiente de la evolución epidemiológica. Lo que sí ha dejado claro la consellera es que se actuará con prudencia porque una desescalada rápida podría dar al traste con la buena evolución de las cifras que se registran en Catalunya y que contrastan con otras autonomías. Habrá que ir poco a poco porque siguen siendo muchas las incógnitas a despejar mientras empiecen a llegar vacunas efectivas.

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