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Las semanas previas al inicio del actual curso escolar estuvieron marcadas por el debate sobre si la vuelta a las clases presenciales sería un nuevo foco de contagio del coronavirus, después de que una de las primeras medidas adoptadas en el principio de la primera oleada de la pandemia en marzo fue el cierre de todos los centros, que solo volvieron a reabrir más bien simbólicamente sus puertas en junio. Ahora, transcurridos dos meses y medio de curso, hay que concluir que la situación es mucho mejor de lo esperado. El número de grupos confinados en Lleida y el conjunto de Catalunya son un porcentaje mínimo del total, y vuelven a estar al nivel de finales de septiembre, después de que alcanzaran el máximo a finales de octubre coincidiendo con el pico de la segunda oleada. A estas alturas parece claro que los niños y adolescentes, además de verse mucho menos afectados que los adultos por la infección, aunque la contraen en un porcentaje similar, contagian poco el virus. En concreto, un estudio hecho público el viernes concluye que solo el 8% de los menores contagiados transmiten el coronavirus a su entorno familiar, mientras que en el caso de los adultos este porcentaje se eleva al 73%. No hay duda de que este factor ayuda a la limitación de los casos en los centros escolares, pero el elemento clave es el esfuerzo que están haciendo los docentes, los alumnos y sus familias para cumplir todas las medidas sanitarias, como mantener los grupos “burbuja”, entradas y salidas escalonadas, higiene de manos, llevar mascarilla (salvo los menores de 6 años) y ventilación de las aulas, entre otras. Además, numerosos centros y asociaciones de madres y padres han recurrido a fondos propios para poder disponer de elementos adicionales de protección, como aparatos purificadores del aire o alfombras desinfectantes. Y hay que aplaudir muy especialmente el hecho de que las familias estén asumiendo a rajatabla la obligación de mantener en cuarentena en casa a los alumnos de los grupos donde hay algún positivo, a pesar de que el Gobierno central finalmente no ha articulado ninguna medida para permitir que al menos un progenitor pueda tener la baja laboral durante este periodo. El anuncio de que trabajaría en este sentido no pasó de ser eso, un anuncio, igual que también quedó en muy poco el de la Generalitat de que contrataría a millares de docentes para reducir las ratios en las escuelas.

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