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EDITORIAL

Por una mejora real de las residencias

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Los usuarios de las residencias geriátricas son en su gran mayoría personas vulnerables, que sufren patologías que les han impedido seguir viviendo en sus casas. Por eso es hasta cierto punto comprensible que la pandemia haya provocado un nivel más alto de mortalidad entre este colectivo. Ahora bien, hay que cuestionar si esto es suficiente para justificar que acumule casi la mitad de los fallecidos por la Covid en Lleida y Catalunya. La respuesta debe ser negativa, porque uno de los aspectos que ha quedado al descubierto en estos meses, especialmente durante la primera oleada de la primavera, es que la atención a las personas más dependientes de la tercera edad estaba encarada desde el punto de vista de la rentabilidad por lo que respecta al sector privado, y del mínimo gasto posible en el público, que además es minoritario. Dos meses antes del inicio de la pandemia, el pasado enero, este diario publicó las conclusiones de un informe elaborado por varios profesores de la facultad de Enfermería de la Universitat de Lleida (UdL) sobre las residencias. Afirmaba que la precariedad laboral es tal que afecta a la salud de los propios trabajadores y a la atención que reciben los ancianos. No era un informe teórico, sino que se basaba en una amplia encuesta a enfermeras y auxiliares de enfermería. En los últimos meses, la situación ha mejorado un tanto, pero tienen razón los sindicatos cuando se quejan de que hay que tener en cuenta que en numerosos centros las plantillas son insuficientes para dar una asistencia adecuada a los usuarios. Esta deficiencia todavía se hace notar más cuando la pandemia obliga a aplicar protocolos específicos para evitar que el virus se expanda dentro de los geriátricos cuando hay algún positivo, o también cuando los contagios afectan a los trabajadores, que deben ser sustituidos –y no siempre es fácil encontrar personal para ello– por otros que no conocen el funcionamiento del centro.

Por todo ello, y más allá de seguir aplicando medidas inmediatas para intentar atajar los brotes en las residencias, es indispensable que una vez se acabe la pandemia las distintas administraciones aborden a fondo una mejora del sector. Hace falta más presupuesto para que sean centros de servicios y no de negocio, o bien de una asistencia de segunda. Nuestros mayores se lo merecen.

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