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El año de la pandemia, el 2020, deja 6.140 parados más en Lleida, 109.487 en Catalunya, 724.532 en toda España y la destrucción de más de 360.000 empleos. Los meses de repunte tras el primer impacto de marzo no han sido suficientes para recuperar el mercado laboral previrus. Diciembre cerró el 2020 por encima de los 19 millones de afiliados a la Seguridad Social, las colas del SEPE suman un total de 3,88 millones de parados (1,6 millones son hombres y 2,2 millones son mujeres) y 700.000 más permanecen en ERTE. El 2020 se convierte así en el primero desde el 2014 que no acaba con más ocupados que el año anterior. Tras el batacazo de marzo, con un reguero de más de 800.000 puestos de trabajo perdidos, el mercado laboral dio pasitos en su recuperación. No obstante, las últimas restricciones sanitarias para contener la tercera ola se ha dejado notar en los datos de este último diciembre y el ritmo de mejoría se ha desacelerado. En Catalunya, el paro registrado en el mes de diciembre asciende en 12.863 personas, con lo que se convierte en la comunidad autónoma en la que más personas han ido a engrosar las filas de desempleo el último mes del año, junto con Baleares, que acumula un aumento del 38% en relación al pasado 2019. Ambas son líderes en España en turismo y las consecuencias de la Covid han sido desastrosas para las dos. La pandemia mundial de coronavirus ha puesto fin a un lustro de recuperación para el empleo, que todavía no había curado todas las heridas de la quiebra del 2008 y su recesión posterior. Y todos estos datos serían mucho peores si no estuviéramos bajo el paraguas de los ERTE. Un total de 755.000 trabajadores han finalizado el 2020 afectados por un expediente de regulación temporal del empleo; una cifra sensiblemente inferior a los 3,4 millones registrados durante el primer confinamiento. La receta, al menos sobre el papel, es fácil: mantener los ERTE como colchón, inyectar dinero directo a los sectores damnificados, vacunar a un ritmo más alto que el actual y buscar financiación donde sea para que las administraciones puedan cumplir estas premisas. De lo contrario, la pandemia económica que padeceremos estará a la par de la sanitaria. Altura política para conseguir fondos y responsabilidad personal para evitar contagios son las dos armas que tenemos para diezmar el desastre.

Inmersos en la tercera ola Mientras las heridas económicas se hacen evidentes, Catalunya supera los 3.700 casos diarios de contagios, los indicadores de rebrote se disparan, la presión asistencial en los hospitales crece y nadie descarta ya otro confinamiento domiciliario si no se frena la escalada. Es obligación de todos intentarlo.

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